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La humanización en el servicio de atención residencial

Por Arsenio Alonso-Collada Sánchez
martes 27 de noviembre de 2018, 22:30h

Se hace necesario trasladar el “saber estar- saber relacionarse”, junto al indispensable pero simple “saber” y “saber hacer”

La humanización en la atención, la prestación de ayuda más allá de la aplicación de una técnica, es una de las mayores píldoras de felicidad para personas y profesionales

Arsenio Alonso-Collada Sánchez

Presidente de ASCEGE

Humanizar. Por definición es “hacer humano, familiar y afable a alguien o algo”. Importante subrayar que no solo las personas y por tanto las relaciones, se pueden humanizar, sino también las cosas, las organizaciones, las instituciones, los ambientes, las normativas, etc.

Aunque quizá lo más enriquecedor para la II Jornada de Atención Residencial que organizamos en Oviedo el 29 de noviembre, con el lema ‘Humanización del entorno residencial’, sea la necesidad de humanizar en cualquier aplicación de técnicas y procedimientos de prestación de ayuda a las personas a las que se atiende y con las que se colabora.

Si la dependencia es sinónimo de la necesidad de ayuda, hemos de plantearnos cómo conseguir la satisfacción plena en la ayuda prestada, tanto del que la recibe como de quien la da, y cómo crear una cultura empresarial sobre el modo como se atiende a las personas y comprobar en qué está centrado y en qué lugar queda la persona sin olvidarnos del cuidado del cuidador.

Es imprescindible fomentar la humanización en el servicio, capacitando a los trabajadores y a las instituciones en las habilidades necesarias para prestar una ayuda conforme a la escucha, en la necesidad de “ponerse en los zapatos del otro” en los principios éticos y de promoción de dignidad, en contraposición a la fría técnica procedimental. Se hace necesario pasar del qué es la humanización al cómo hacerlo en nuestro trabajo cotidiano y conocer recursos formativos como los que aporta el centro de formación en humanización de la salud Los Camilos, en Madrid.

Se hace necesario trasladar el “saber estar- saber relacionarse”, junto al indispensable pero simple“saber” y “saber hacer”. Centrándonos en los profesionales de atención directa, es sabido que el ámbito de su trabajo no sólo tiene que ver con su nivel técnico, que también, sino con su capacidad de relación, y que los profesionales, formados exclusivamente para la competencia técnica y la eficiencia, se encuentran, con frecuencia, sin recursos para manejar las dificultades en las relaciones interpersonales. Es más: en algunas organizaciones se fomenta que la relación personal sea lo más aséptica posible.

Además, trabajar en equipo requiere no solo competencia técnica y buena disposición, sino formación específica para ello. Si a ello añadimos que nuestro ámbito laboral está lleno de situaciones que nos enfrentan a decisiones y conflictos ante los que nos encontramos inseguros, indefensos, incompetentes, con miedo y sin recursos, vemos que hay motivos suficientes para orientar a las organizaciones a abordar esta temática. En este sentido, la atención prestada tiene que ver con la formación ofrecida desde las organizaciones para cultivar un buen grado de cuidado, autoestima, madurez personal y personalidad.

Pero es que además resulta que la humanización en la atención, la prestación de ayuda más allá de la aplicación de una técnica, es como nos anticipa el profesor Dr.Flórez Lozano, una de las mayores píldoras de felicidad para las personas y profesionales y una fuente de salud psicoemocional, no solo en el desarrollo del trabajo cotidiano sino en la vida en su conjunto.

Todo ello sin perder de vista que, como decíamos al principio, también las organizaciones, los ambientes, los programas, las instituciones, normativas, etc, se pueden humanizar.

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