El yoga y su práctica es un servicio cada vez más ofertado en las instalaciones de las residencias españolas. Sus beneficios, más allá del puro bienestar físico, están constados sobradamente y su número de practicantes crece entre nuestros mayores.
Pero, ¿qué exactamente puede aportar una actividad como el yoga a la tercera edad? Sus beneficios son múltiples y muy variados, pero se podrían resumir en aumento en la calidad de vida del mayor.
Las diferentes posturas, realizadas con prudencia y bajo supervisión de personal especializado, pueden ayudar a corregir malos hábitos posturales, lo que reduce el número de afectados por dolores articulares. Asimismo, el estado de relajación y descanso que se alcanza durante esta actividad ha demostrado que redunda en la calidad del sueño y el descanso de los más mayores.
Pero no solo eso. Además, el yoga ayuda en la mejora del equilibro -lo que fomenta la prevención de caídas de riesgo- facilita la respiración, potencia la tonalidad muscular, combate el sedentarismo y potencia la socialización entre los residentes, ayudando a la interacción entre ellos y limitando la sensación de soledad o abandono que muchas veces afecta a los mayores en centros residenciales españoles.
Y, por si todo esto fuera poco, un estudio de la Universidad Wayne en Detroit, Estados Unidos, certificó que una práctica habitual del yoga entre mayores de 65 años favorece una buena salud de la memoria.
Con todo esto presente, cada vez son más los centros residenciales españoles que se han lanzado a incluir el yoga entre las actividades a ofertar. El creciente interés de los residentes, así como la creciente demanda de este tipo de terapias de prevención y mantenimiento de la salud han facilitado su implantación, que no conlleva un gasto excesivo y cuyos beneficios se ven reflejados a corto plazo.