Debido a la mayor esperanza de vida, las personas mayores de 65 años serán en el 2050 más del 30% de la población y los mayores de 80 años sobrepasarán los cuatro millones.
Con estos datos se puede pronosticar que la figura del cuidador informal será clave para asistir a las personas dependientes.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), comenta que en España existen más de dos millones de personas dependientes. Representan el 4,35% de la población de un total de 46 millones.
Las encargadas de cuidar a personas dependientes en su gran mayoría son mujeres, esposas, hijas, nueras,... Según el IMSERSO el 84% son mujeres, con una edad comprendida entre los 45 y 65 años.
La dedicación del cuidador principal es casi absoluta. Además de la responsabilidad que tiene y siente hacia la persona dependiente se suman otras tareas, lo que provoca en el cuidador una sobrecarga que termina por crear un desgaste físico y psíquico, esto es lo que se denomina el síndrome del cuidador o el cuidador quemado.
En la gran mayoría de los casos la condición de cuidar es nueva para el cuidador y debe de hacer frente a numerosas situaciones a las que generalmente no está preparado. Ha de dejar todo aparte y centrarse en un solo cometido y todo en su conjunto termina convirtiéndose en deterioro físico y psíquico.
En el aspecto físico:
Emocionalmente siente:
En lo social:
Se puede decir que el síndrome del cuidador lleva a la persona hasta la depresión, la angustia,... No comparte sus sentimientos con nadie y tampoco pide ayuda, se encuentra solo y con sentimiento de culpabilidad.
El cuidado de la persona se intensificará más con el paso del tiempo ya que la enfermedad puede ser duradera, la media es de 6 años.
La manera de hacer frente a este estado es formarse, aprender como debe de atender al enfermo, como se ha de planificar, saber realizar su trabajo en la mejor situación tanto para él como para el enfermo.
Hay que tener en cuenta que la persona dependiente irá perdiendo aptitudes físicas y psíquicas, solicitando más atención por lo que tendrán que incrementarse los cuidados y como consecuencia el desgaste del cuidador o síndrome del cuidador quemado.
La SEGG comparte algunas indicaciones para que el cuidador no llegue a sentir este síndrome, como:
Delegue tareas, ha de compartir los quehaceres para no llevar en soledad todo el peso del cuidado
El cuidador siente un vacío debido al excesivo tiempo dedicado en exclusiva a la asistencia del enfermo.
El duelo es otra de las fases por las que pasa el cuidador y pueden darse circunstancias adversas de estados depresivos y de ansiedad.
Debe de darse un tiempo y comenzar de nuevo.
El ejercer de cuidador principal implica un gran esfuerzo, debe de hacer partícipe de este trabajo, de esta responsabilidad a los familiares u otras personas de su entorno y no cargar con todo el peso de la atención.
Asimismo existen los Grupos de Ayuda Mutua (GAM), en estos Grupos se puede solicitar ayuda y compartir sentimientos, experiencia, situaciones,...
Si desea formar parte de estos Grupos debe de inscribirse a través de los Servicios Sociales.
Es una forma de compartir preocupaciones, dudas, no sentir aislamiento, de comunicarse con otras personas que tienen su misma problemática, en definitiva no pierde el contacto con la realidad y sabe que no está solo.