La vacunación en residencias de mayores se puede dar por finalizada y, gracias a ella, la incidencia de coronavirus en estos centros parece haber caído a cero. ¿Qué valoración hace?
Es una magnífica noticia para las residencias. Pero es verdad que Amade representa a todo el sector de la dependencia y a nosotros nos hubiera gustado que se hubiera vacunado a todos los mayores que están atendidos por el sector de la dependencia.
A día de hoy, efectivamente, en las residencias ya no hay riesgo. Son lugares seguros. Pero nos hubiera gustado mucho que también se hubiera hecho un plan de vacunación para los mayores que acuden a los centros de día, los mayores que son atendidos en ayuda domicilio o los mayores de teleasistencia. Porque ese otro colectivo también ha tenido un impacto muy fuerte con la pandemia. También ha habido muchísimas pérdidas entre esos mayores y hay mayores que, desgraciadamente, les cuesta mucho trabajo acudir a los centros de salud a vacunarse.
Habría sido mucho más eficiente y más fácil el que se hubiera vacunado a los usuarios de estos servicios de una manera prioritaria, como se hizo con los que estaban en las residencias. Nosotros hemos echado en falta, y de hecho lo hemos manifestado a las administraciones públicas, que entendíamos que debían ser atendidas las personas que forman parte de políticas sociales y de atención a la dependencia de la misma manera que los que habían sido institucionalizados.
Esto lo podemos enlazar con un artículo de opinión que ha publicado en NGD, titulado precisamente 'El abandono de los centros de día'. Se pregunta en el artículo por qué se ha considerado que no es necesario que una persona mayor acuda a estos centros. ¿Cree que estos centros están siendo discriminados respecto a las residencias?
El centro de día es un recurso que tiene una doble vertiente. No solamente es un recurso para poder ayudar al mayor durante el día y que pueda tener unas actividades para que se le vaya ayudando a que el deterioro cognitivo o el deterioro de movilidad que está sufriendo no avancen. Una es la atención y otra es la preventiva, donde se busca que una persona que tenga un grado de dependencia dos, no llegue a grado tres tan rápido como si estuviera en casa. Ese es uno de los principales papeles que tienen los centros de día. Y aparte, lógicamente, atender y cuidarlos durante el día para que puedan disfrutar de su vida. Porque, al final, ir a un centro de día normaliza de cara a tu sensación de vida. Un mayor tiene que tener la sensación de que sigue participando en el mundo independientemente de la edad que tenga.
¿Qué ha sucedido? Pues que los centros de día les daban miedo a las familias porque entrañaba un riesgo de contagio en ese momento. Y eso es absolutamente entendible. Yo creo que es lógico que, si uno siente que la responsabilidad de la salud de un padre o de la madre está en tu decisión, pues que tomes la decisión de mayor protección. Lo que no entendíamos es esto que decíamos, que también habría que haber vacunado a esas personas para que se hubiera producido exactamente el mismo efecto que estamos disfrutando ahora en las residencias.
Otro de los artículos que ha publicado es el de modelos de negocio del sector sociosanitario. En este artículo habla de que hay que centrarse mucho en el cliente a la hora de ofrecer estos servicios. ¿Cree que después de todo lo que hemos vivido en este año tiene que cambiar el modelo de negocio de este sector y asumir que, a lo mejor, no es rentable?
Yo no creo que no sea rentable. Yo creo que es un sector rentable y que hay que animar a que se invierta en él. Hay grandes empresas que están invirtiendo en el sector. Eso nos debe dar una idea de que, efectivamente, es un sector rentable y de futuro, un sector que debe ser locomotora del país y que va a emplear a muchas personas y a atender a muchas personas.
Lo que pasa es que tenemos que entender el sector desde una perspectiva mucho más amplia. La atención a la dependencia no es exclusivamente una residencia, pueden ser diferentes soluciones. Tenemos que abrir la mente y ser muy creativos porque ninguna de estas soluciones va a eliminar a la otra, sino que todas se van a complementar y van a ser necesarias en diferentes momentos de la vida de una persona. Lo que vale para una persona que está en un grado dos no es lo mismo que lo que vale para un grado uno. Para cada momento se va a requerir de servicios diferentes.
¿Cree que todo esto el sector lo entiende? En los últimos meses hemos entrevistado a muchas plataformas para buscar cuidador profesional para atención a domicilio y la mayoría de ellos coinciden en que una persona con Alzheimer avanzado puede seguir viviendo en su casa con un cuidador, mientras que una residencia te dice que una persona con Alzheimer muy avanzado es prácticamente imposible que viva en su casa porque no tiene los equipamientos necesarios para darle los cuidados que necesita.
Creo que hay más un tema de competencia. Las empresas, cuando llegan a un sector, lo que hacen es intentar ganar cuota de mercado. Y es lógico. Su principal objetivo es ganar clientes. Ahora, los que tenemos una visión un poco más desde arriba y que podamos dar esa visión más global, tenemos que decir que no se trata de competir, porque ahí cabemos todos. Tenemos que trabajar para caber todos.
Las empresas de asistencia a domicilio pueden ser los prescriptores de las residencias y las residencias pueden estar contando con las empresas de ayuda a domicilio para dar otros servicios a los que ellas no llegan; y los centros de día pueden ser complementarios para el servicio de atención a domicilio y la teleasistencia puede cubrir determinados servicios puntuales.
Este es un sector que, en cierto modo, depende también de la administración pública, que tiene mucho peso todavía. ¿Qué tipo de relación ve que hay entre las empresas del sector y la administración pública?
Yo creo que la administración pública tiene que dar un servicio de ayuda a la dependencia, obviamente. Es verdad que para dar ese servicio necesita a las empresas y a los operadores que están trabajando. Es una relación de necesidad porque las empresas necesitan que la administración pública pueda cubrir parte del coste que tiene dar ese servicio.
No sé hasta dónde podemos llegar porque, desgraciadamente, no hay dinero suficiente. Las jubilaciones que tiene este país son bajitas y eso es una situación coyuntural y una realidad que va a determinar muchas de las cosas por las que luego la administración pública tiene que entrar, puesto que la mayoría de los mayores no van a poder costearse el coste que tiene atender a un mayor, que es muy alto. Sólo tenemos que pensar en lo que a nosotros nos cuesta comer o dormir en un hotel para darnos cuenta de qué necesitamos para poder ser atendidos en dependencia, que es mucho dinero.
Solo aquellos que han podido hacer un ahorro podrían hacerlo de manera privada. Tenemos que dar esos servicios al alcance de todos. Estamos condenados a entendernos porque nos necesitamos ambas partes y porque creo que la administración pública entiende que necesita a esas empresas y las empresas entienden que necesitan a la administración pública. Se mezclan muchas cosas y quizá lo que hace falta es poner un poquito en orden.
Además, se confronta lo público y lo privado, como si lo público tuviera más calidad y lo privado tuviera menos, y no es verdad, lo público tiene una magnífica calidad y lo privado también. No es que las empresas estén subvencionadas por lo público, sino que lo público ha de subvencionar a los ciudadanos para que puedan acceder a ese servicio.
¿Es optimista respecto al futuro de este sector?
Yo creo que sí, porque es un sector necesario. Nuestro producto sigue siendo altamente necesario. Tendremos que reinventar determinadas maneras de hacer cosas nuevas y esta pandemia nos ha servido para dar un empujón que nos ha adelantado 10 años, aunque el impulso que nos da la pandemia es el impulso que ya traíamos. Nos ha empujado para mejorar en la dirección en la que ya veníamos, pero nos ha empujado fuerte.
Es una desgracia que hayamos perdido a muchos de nuestros clientes y la confianza de los futuros clientes, pero podemos recuperar la confianza. No creo que podamos culparnos ni rasgarnos vestiduras por lo que ha sucedido. Fue algo sobrevenido y nadie contaba con ello.