El coronavirus ha vuelto a las residencias de mayores. Los centros más afectados por la primera ola, en la fatídica primavera de 2020, se volvieron los lugares más seguros desde principios de año gracias al proceso de vacunación contra el COVID-19. Pero la tensa calma vivida durante la primera mitad del año -en la que se incluyó una grave ola de contagios y fallecimientos tras las irresponsables celebraciones de la pasada Navidad- el virus ha vuelto a entrar en estos centros. De nuevo, por la irresponsabilidad de algunas personas.
La llamada ‘quinta ola’ arrancó su progresión a finales de junio, coincidiendo con el final del curso escolar, el inicio del verano y el fin de las restricciones que ponen coto tanto al virus como a la irresponsabilidad (como el uso de mascarillas al aire libre o el toque de queda). Desde entonces, más de 500.000 personas se han contagiado y alrededor de 3.000 han perdido la vida, según datos recabados por ‘NGD’.
En la actualidad, cerca del 75 % de la población española dispone de al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus, y más del 66 % está inmunizada con doble pauta. Cifras que han contribuido a desligar el número de contagios del de ingresados y fallecidos, como demuestran todas las estadísticas. Y es que la vacuna evita desarrollar una enfermedad grave, pero no el contagio. Y mientras el virus continúe circulando entre nosotros, la probabilidad de que llegue a las capas más vulnerables de la sociedad aumentará.
Eso es lo que está sucediendo en las últimas semanas: después de semanas alcanzando cifras que superan los 20.000 contagios diarios -hemos llegado a incidencias acumuladas en 14 días de 700 casos por cada 100.000 habitantes, cuando los organismos internacionales estiman en 25 casos por cada 100.000 habitantes la cifra máxima para poder controlar la epidemia-, el virus está logrando volver a colarse en las residencias de mayores. Y aunque la totalidad de las personas mayores de 80 años y alrededor del 98 % de los mayores de 70 están vacunados con doble pauta, sus patologías de base, unidas a una menor respuesta inmunitaria, están provocando que muchos se contagien, tengan que ser ingresados y terminen falleciendo.
De hecho, las últimas semanas, coincidiendo con el pico de esta quinta ola, están siendo las más dramáticas: solo en la segunda semana de agosto, más de 1.200 usuarios de residencias de mayores se han contagiado, de los que 151 han perdido la vida. Y, mientras se escriben estas líneas, la atención informativa se sitúa sobre varios focos, como el de una residencia de mayores en Girona con 15 de sus 53 residentes contagiados y 7 fallecidos.
Diversas son las causas de esta vuelta del coronavirus a las residencias de mayores. Por un lado, la quinta ola se produce por una suma de factores como los ya comentados, a los que se suma la expansión de la variante Delta, mucho más contagiosa que la cepa original. Por otro, y en lo que respecta a las residencias de mayores, todavía -aunque parezca mentira- hay muchos trabajadores que no se han vacunado porque no han querido. Un dilema que en otros países, como Francia, se va a solucionar imponiendo la obligatoriedad de vacunarse para seguir trabajando con personas vulnerables, y que en España se evalúa con menor intensidad porque la proporción de ciudadanos que no quieren vacunarse es prácticamente residual y en realidad solo les pone en peligro a ellos mismos, pero también a cuantos les rodean si trabajan con personas vulnerables.
En paralelo, la relajación de las medidas, unida a la llamada ‘fatiga pandémica’, lleva a algunas personas a no extremar las medidas de protección cuando están con personas mayores o vulnerables, poniendo en riesgo su salud. Y es por ello por lo que proteger a los mayores es tarea de todos: cada vez que nos ponemos mascarilla y evitamos contactos con personas no convivientes si no hay medidas de seguridad, nos estamos protegiendo a nosotros (aunque estemos vacunados) y estamos protegiendo a personas que viven en nuestra misma sociedad, y a las que llevaremos de manera directa o indirecta el virus con cada actitud irresponsable.
Desde ‘NGD’ abogamos por la vacunación de todos los profesionales del sector de atención a la dependencia y de la ciudadanía en general, el mantenimiento de medidas como el uso de mascarilla (incluso en la calle), la evitación de actividades sociales que requieran relajar medidas de protección con no convivientes, la ventilación de espacios interiores (y la preferencia por evitarlos siempre que sea posible) y el tener claro que la pandemia no ha terminado y que el virus sigue circulando entre nosotros y matando a casi 200 personas cada día. Hemos ganado mucho gracias a las vacunas (de las que quizás habrá que empezar a poner una tercera dosis para personas mayores), pero estamos en la línea de meta: la que mayor esfuerzo requiere.