Actualmente en España viven más de 2 millones de personas que necesitan un cuidador. A veces, estas personas están asistidas por cuidadores profesionales. Pero en la mayoría de los casos son los familiares cercanos los que realizan esta labor. Cuidar de un familiar y compatibilizarlo con una vida personal saludable es prácticamente utópico, por no decir imposible.
De acuerdo a una encuesta de Sanitas Mayores, el 84 % de los encuestados se encuentra agotado por los cuidados que proporciona. Por otra parte, un 82 % afirma haber perdido el control de su propia vida personal.
Los cuidadores dedican gran parte de su jornada al cuidado de un tercero y lo hacen siempre de la mejor manera posible. Pero casi tres de cada cuatro encuestados asegura que no dispone de la formación adecuada, lo cual repercute en la realización de sus tareas, y por ende en la calidad de los cuidados que prestan.
Para que cuidar de un familiar se pueda realizar de forma más precisa, Sanitas Mayores cuenta con la plataforma Cuidar Bien, en la que expertos de todos los ámbitos ayudan a dirigir la ayuda en función de la enfermedad del dependiente.
En muchas ocasiones, el cuidado de una persona resulta ser una tarea absorbente. Tanto, que el 87 % de los cuidadores no profesionales no tiene tiempo para sí mismo ni para las relaciones sociales, algo que preocupa a los expertos.
El agotamiento mental o la fatiga, unido a los propios problemas familiares, económicos o laborales, pueden ser una fuente de problemas psicológicos. Problemas que se agravan a medida que el cuidador es de mayor edad y cada vez resulta más difícil desconectar.
Por todo ello, el autocuidado es un aspecto fundamental desde el punto de vista psicológico, por lo que es fundamental encontrar la forma de compatibilizar el cuidado con pequeños ratos para uno mismo o para socializar y desconectar de la ardua tarea que les espera día tras día. Algo para lo que trabajan las entidades del sector, que buscan profesionalizar los cuidados para que no recaiga en los familiares (especialmente en las mujeres) y se puedan ofrecer mejores enfoques a los usuarios, que, a fin de cuentas, son los que necesitan la mayor parte de la ayuda para llevar una vida digna.