¿Qué supone para usted ser el nuevo presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas?
Para mí es una satisfacción personal, porque cumple las expectativas que tengo respecto a la labor social que siempre he intentado promover. Y que haya sido un nombramiento por unanimidad no dice en favor de mis méritos, sino de la unión que tiene la Plataforma, a pesar de que cada una de las organizaciones que la compone tiene un ámbito distinto de actuación.
¿Ya tiene definidas las bases de esta presidencia? ¿Cuáles son sus objetivos?
Uno de los grandes objetivos es la defensa de las pensiones de las personas mayores y mayores con discapacidad. Los dos criterios que van a regir esta defensa son que las pensiones no pierdan su poder adquisitivo y que se mejoren en la medida del crecimiento económico del país.
Otro objetivo es la sanidad y la coordinación sociosanitaria. Queremos dar prioridad a la atención domiciliaria en los centros de Atención Primaria. Reforzarla y extenderla a la atención en los domicilios de las personas mayores. Además, planteamos que haya una estrecha coordinación sanitaria y sociosanitaria, de manera que las residencias cuenten siempre con la atención sanitaria debida, que es un derecho de los ciudadanos que están en residencias.
También queremos incluir la salud bucodental en la cartera de servicios del Servicio Nacional de Salud, dado que muchas personas mayores no se pueden pagar estas prestaciones, que con caras pero esenciales para la salud.
Finalmente, también queremos ayudar a las buenas prácticas de atención a las personas mayores. Que no digan que ‘eso es propio de la edad’, porque queremos que nos traten de acuerdo con nuestras necesidades.
¿Qué otros temas quieren trabajar al margen de estos?
La atención a la dependencia y la promoción de la autonomía personal es clave. Insistimos en cambiar el modelo del sistema de cuidados de larga duración que existe ahora, para ir hacia otro modelo de cuidados y de residencias más pequeñas y humanizadas, donde las personas mayores y mayores con discapacidad se sientan como en su casa. Esto supone que tengan prestaciones de proximidad, como ayuda a domicilio, teleasistencia o centros de día, algo importantísimo porque la mayoría de las personas mayores quieren envejecer en su casa, y eso solo se consigue con servicios de proximidad.
En este campo social también queremos trabajar por el refuerzo de los servicios sociales. Ahora mismo hay un anteproyecto de ley sobre servicios sociales que queremos que fortalezca y consagre los derechos de los apoyos y cuidados de larga duración, y que se modernicen los servicios sociales. Vamos a insistir para que España, que presidirá la Unión Europea en el segundo semestre, lo impulse en el ámbito europeo.
Yo creo que es muy importante el anteproyecto de ley que reforma la ley de 2006, de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, y reclamamos que se amplíe y haya un catálogo de servicios mínimos para todo el Estado.
Otro tema fundamental es el envejecimiento activo y saludable. Las personas mayores somos el 20 % de la población y queremos tener un papel activo en la sociedad. Y hay otros temas muy importantes, como la soledad no deseada, que impacta en personas mayores; la brecha digital, el edadismo, etc.
¿Esa mayor coordinación sanitaria-sociosanitaria implica medicalizar más las residencias mayores? ¿Cómo se va a coordinar la doble línea de cuidados institucionalizados y en domicilio?
Concebimos las residencias como el hogar de las personas que están en situación de dependencia. Los cuidados sociosanitarios y sanitarios son un derecho, ya se viva en casa o en una residencia. Cómo arbitrarlo es una cuestión de las Autoridades, pero reclamamos que las residencias accedan a atenciones de salud, tanto primaria como hospitalaria. No se puede privar a las personas que están en residencias de este derecho de salud. Garantizar que hay atención sanitaria en las residencias, y esto habrá que contemplarlo en todas las políticas, en el modelo de gestión, etc.
No existe una estrategia para combatir la soledad no deseada, y tampoco parece existir contra el edadismo. ¿Cómo van a trabajar estos dos ámbitos?
Lamentamos que no haya una estrategia estatal contra la soledad no deseada, como hemos reclamado, pero sí valoramos que ya hay estrategias en todas las comunidades. Creemos que es imprescindible, porque tienen competencias plenas en temas sociales. Valoramos que hay muchos ayuntamientos que se están ocupando de este tema. Vamos a trabajar con ellos a través de la Federación de Municipios y Provincias.
Nos preocupan los colectivos vulnerables, porque en España hay más de 600.000 personas mayores de 85 años que viven solas. A esta edad, la persona tiene un riesgo de ser dependiente; es una persona vulnerable. Y la mayoría son mujeres. Hay que empezar por esos colectivos vulnerables e identificarlos, y luego hacer programas para incorporarlos a la comunidad. Es un problema básico.
Respecto al edadismo, es un tema social. Creemos que sí existe una discriminación grande en la opinión pública y en general. A los mayores se nos trata con paternalismo; somos abuelitos, pero también el 20 % de la población del país, por lo que representamos una riqueza. No basta decir que las personas mayores producen gasto y viven a costa de los jóvenes, porque en los momentos de crisis, más de dos millones de jóvenes han podido vivir gracias al apoyo de las personas mayores; de sus familias. Creemos que el envejecimiento activo y saludable hay que promoverlo y que el edadismo hay que combatirlo ya desde la escuela mediante la colaboración y convivencia intergeneracional. Que sea un hecho natural. Que hayamos podido llegar a ‘viejos’ es un privilegio, no una carga para el país.