Con el aumento de la esperanza de vida, la prevalencia de ciertas enfermedades se ha visto incrementada, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer.
Hoy en día no se ha desarrollado ningún tratamiento eficaz que sea capaz de frenar o disminuir el desarrollo de esta enfermedad, por lo que es importante prestar especial atención a los diferentes factores de riesgo modificables como es el caso de la dieta.
A lo largo de los años, el papel de la nutrición en la prevención de la enfermedad de Alzheimer ha ido cobrando, cada vez más, una mayor importancia. En este sentido, se han publicado diversos estudios donde se describe que, la restricción energética, podría tener un papel neuroprotector, ya que mejora la función cognitiva global, la memoria y la capacidad semántica en personas con deterioro cognitivo de leve a moderado.
Por otra parte, presentar una dieta desequilibrada podría estar asociada con una mayor probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo. Actualmente, en España, la dieta de la población en general es bastante mejorable donde se recomienda disminuir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas (carnes grasas principalmente), azúcares y dulces y alimentos precocinados y ultraprocesados. Por otra parte, sería deseable el consumo de pescados azules, carnes magras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y fruta ya que podrían ejercen un efecto positivo sobre la función cognitiva.
Concretamente, los omega 3 que se encuentran en los pescados azules, ha demostrado que desempeñan un papel de gran importancia en la función cognitiva ya que intervienen en el correcto funcionamiento de los neurotransmisores, el aumento de la neuroplasticidad y son capaces de modular procesos inflamatorios.
Además, la fibra es otro nutriente importante a tener en cuenta, ya que la ingesta insuficiente podría producir alteraciones en la microbiota intestinal y, en este sentido, el buen estado de nuestras bacterias intestinales está estrechamente relacionado con la mejora de la capacidad cognitiva. La fibra se puede encontrar en alimentos como la fruta, las hortalizas, las legumbres, los cereales integrales y los frutos secos que, a su vez, son ricos en vitaminas y minerales, cuya ingesta insuficiente se ha asociado con la enfermedad de Alzheimer (vitamina B6, B9, B12, vitamina D, E, C, colina, zinc, hierro y calcio).
Por último, se han descrito diferentes patrones dietéticos que podría ayudar a reducir el estrés oxidativo, la inflamación o la acumulación del péptido β-amiloide como es el cado de la dieta Mediterránea, la dieta DASH (creada para frenar la hipertensión arterial) o la dieta Mind (creada para mejorar la salud cognitiva).
Ana María Lorenzo-Mora1 , María del Carmen Lozano-Estevan1, 2, Yalda Ghazi1 , Liliana G. González-Rodríguez1, 2 | 1Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid. 2Grupo de investigación VALORNUT-UCM (920030). Universidad Complutense de Madrid.