Dependencia

Dormir bien: clave para un cerebro saludable en la vejez

Salud y envejecimiento cerebral en España

La calidad del sueño influye en la salud mental y física, siendo esencial para un envejecimiento óptimo y la prevención de enfermedades neurodegenerativas

Redacción | Sábado 15 de marzo de 2025

Mejorar la calidad del sueño es esencial para un envejecimiento cerebral saludable y la prevención de enfermedades como el Alzheimer. La Dra. Ana Fernández Arcos, neuróloga del Barcelonaβeta Brain Research Center, destaca que un sueño adecuado no solo previene trastornos del sueño, sino que también es crucial para el bienestar físico y mental. La falta de un sueño reparador puede aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas y deterioro cognitivo. Además, se menciona que condiciones como la apnea obstructiva del sueño afectan negativamente la salud cerebral. Para mejorar la calidad del sueño, se recomienda detectar señales de trastornos, buscar valoración médica y adoptar hábitos saludables. Para más información sobre cómo cuidar tu cerebro a través del sueño, visita el artículo completo en el enlace proporcionado.



La salud integral de una persona está íntimamente ligada a la calidad de su sueño. Este elemento es un pilar esencial para el bienestar físico, mental y emocional. En los últimos años, ha surgido un creciente interés en cómo la calidad del sueño influye en el envejecimiento cerebral saludable y en la prevención del Alzheimer. La Dra. Ana Fernández Arcos, neuróloga especializada en trastornos del sueño e investigadora del Barcelona?eta Brain Research Center, explica la importancia de cuidar nuestro descanso nocturno para proteger tanto nuestra salud cerebral como general.

La relevancia de un sueño de calidad

Una adecuada calidad del sueño se asocia con lo que comúnmente se denomina “sueño saludable”, un concepto que va más allá de simplemente no sufrir trastornos del sueño o las consecuencias negativas de un mal descanso. Un sueño saludable se adapta a las necesidades individuales, es satisfactorio, tiene una duración y horario apropiados, se mantiene estable durante la noche sin interrupciones y permite despertar descansado, manteniendo la alerta durante el día.

Por otro lado, una escasa calidad del sueño puede llevar a un descanso inadecuado. La Dra. Fernández Arcos advierte que esto puede tener repercusiones significativas en la salud cerebral, promoviendo procesos neuroinflamatorios, aterosclerosis y aumentando la producción de la proteína beta amiloide, así como dificultando su eliminación. La privación del sueño activa el sistema nervioso simpático y altera el equilibrio neurohormonal, lo que puede desencadenar problemas cardiovasculares y metabólicos.

Investigaciones sobre el sueño y demencia

Diversos estudios han explorado los efectos de los despertares nocturnos mediante cuestionarios y mediciones objetivas. Los hallazgos indican que aquellos que experimentan más interrupciones durante la noche podrían estar en mayor riesgo de desarrollar demencia.

Un estudio realizado por el Barcelona?eta Brain Research Center (BBRC) examinó si el insomnio podría ser un factor de riesgo para el desarrollo del Alzheimer o uno de los primeros síntomas de esta enfermedad. Participaron individuos entre 45 y 75 años sin síntomas cognitivos pero con antecedentes familiares de Alzheimer. Los resultados revelaron que aquellos con insomnio, ya sea al conciliar o mantener el sueño, mostraban cambios cerebrales similares a los observados en las etapas iniciales de la enfermedad.5

A pesar de estos hallazgos, la Dra. Fernández Arcos aclara que no todas las personas con insomnio desarrollarán Alzheimer; este trastorno es muy común en la población general y se considera uno de varios factores de riesgo para esta enfermedad.

Mala calidad del sueño: un factor a considerar

Un segundo estudio del BBRC indica que no solo el insomnio afecta negativamente a la estructura cerebral; también una mala calidad del sueño puede impactar independientemente de los biomarcadores asociados al Alzheimer.6 Estas investigaciones sugieren que una mala calidad del sueño podría ser un factor predisponente para desarrollar Alzheimer. Sin embargo, también existe la posibilidad de que el Alzheimer genere alteraciones en el sueño incluso antes de que aparezcan síntomas cognitivos evidentes.

A medida que avanza la investigación sobre esta temática, queda claro que la calidad del sueño es crucial para preservar nuestra salud cerebral, así como para prevenir enfermedades neurodegenerativas.

Afecciones como la apnea obstructiva: riesgos adicionales para el sueño

La Dra. Fernández Arcos señala que la apnea obstructiva del sueño tiene un impacto considerable sobre la calidad del descanso nocturno y afecta negativamente a la salud cerebral. Esta condición se caracteriza por interrupciones repetidas en el flujo aéreo durante el sueño, lo cual provoca microdespertares nocturnos. Aunque quienes padecen esta afección suelen no ser conscientes de ello, sus compañeros pueden notar episodios donde dejan de respirar momentáneamente antes de reanudarlo abruptamente con ruidos fuertes.

A partir de los 65 años, este tipo de apnea es bastante común y puede provocar disminuciones intermitentes en los niveles de oxígeno sanguíneo. Con el tiempo, esto puede contribuir a cambios cerebrales significativos y aumentar riesgos cardiovasculares. Además, puede agravar otros trastornos del sueño como el insomnio o incrementar la somnolencia diurna excesiva.

Estrategias para mejorar la calidad del sueño y cuidar nuestro cerebro

Aparte de seguir una dieta equilibrada y hacer ejercicio regular para mantener una buena salud física, es fundamental prestar atención a la calidad del sueño para proteger nuestro cerebro a lo largo del tiempo. La Dra. Fernández Arcos destaca tres aspectos clave: reconocer señales indicativas de trastornos del sueño, buscar evaluación médica adecuada y mejorar nuestros hábitos diarios.

Síntomas a tener en cuenta respecto al sueño

A continuación se presentan algunos sintomas indicativos que podrían señalar problemas relacionados con la calidad del descanso:

  • Ronquidos intensos; pausas respiratorias observadas por otros o despertares frecuentes sin causa aparente.
  • Sensación persistente de no haber descansado adecuadamente; somnolencia diurna frecuente pese a cumplir con las horas recomendadas.
  • Dificultades continuas para conciliar o mantener el sueño; generando malestar nocturno y problemas diurnos.
  • Padecimientos en las piernas; especialmente al atardecer o durante la noche, mejorando con movimiento pero empeorando al reposo.
  • Pesadillas o sueños vívidos; especialmente después de los 50 años, acompañados potencialmente por conductas inusuales durante el descanso.

Búsqueda de atención médica especializada

Cualquiera sea el signo mencionado anteriormente relacionado con una posible baja calidad del sueño;, es vital consultar a un especialista para obtener un diagnóstico adecuado:

  • El diagnóstico incluye revisar antecedentes clínicos y pruebas necesarias realizadas ya sea en casa o en hospital según cada caso particular.
  • Cualquier medicación requerida debe ser específica para tratar trastornos relacionados con el descanso; evitar automedicarse es crucial dado que ciertos tratamientos pueden agravar síntomas existentes.
  • En casos diagnosticados como apnea obstructiva,
    el tratamiento variará según su gravedad:
    • Para apneas leves o moderadas,
      bajar peso, evitar sedantes y dormir lateralmente pueden ser suficientes.
    • En apneas graves,
      puede requerirse usar dispositivos conocidos como CPAP (presión positiva continua), asegurando flujo aéreo constante mediante mascarilla nasal adaptada individualmente bajo supervisión profesional.

Ajuste en hábitos cotidianos

Ciertas medidas están al alcance para optimizar nuestra calidad del descanso:

  • Mantener horarios regulares: levantarse siempre a la misma hora ayuda a sincronizar ritmos biológicos naturales.
  • Si se opta por siestas, limitar su duración (no exceder 20-30 minutos) favorece mejor descanso nocturno evitando sedentarismo durante las tardes.
  • Al caer la tarde, reducir actividad diaria; disminuir luces e implementar rutinas agradables contribuye positivamente al descanso nocturno.
  • Cenar temprano

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