Este artículo sostiene que el dilema no es “unos contra otros”, sino cómo rediseñar reglas, incentivos y cargas para que el sistema siga siendo sostenible, justo y predecible para todos.
El retiro progresivo de la cohorte del “baby boom” tensionará el gasto en pensiones durante décadas. No es un fenómeno coyuntural: la combinación de mayor esperanza de vida, baja natalidad y una base de cotizantes más limitada convierte la próxima década en un test de estrés para el sistema. El resultado será una presión creciente sobre ingresos por cotizaciones, transferencia de rentas intergeneracionales y, si no se actúa, riesgo de perder credibilidad en la promesa de pensión futura para quienes hoy tienen 20-40 años.
La demografía es destino: con menos nacimientos sostenidos en el tiempo, cada trabajador soporta relativamente más compromiso con prestaciones presentes. Sin productividad más alta y empleo más estable, el desequilibrio se agrava.
La entrada tardía al mercado laboral, la temporalidad histórica y los salarios de arranque bajos dejan lagunas de cotización en los jóvenes que comprometen su pensión futura. El sistema contributivo necesita reconocer esas trayectorias dispares sin desincentivar el empleo formal.
El debate se ha polarizado: una parte de la juventud percibe que “paga más por recibir menos” mientras algunos mayores sienten que “se cuestionan derechos conquistados”. Esta dialéctica, amplificada en redes, erosiona la confianza y la legitimidad del sistema.
Hay que distinguir entre suficiencia (garantizar pensiones dignas hoy) y equidad (reparto justo de esfuerzos entre cohortes). La justicia intergeneracional exige que las decisiones actuales no hipotequen en exceso a quienes aún no votan o acaban de empezar a cotizar.
La etiqueta “guerra generacional” oculta matices: abundan mayores con pensiones bajas y jóvenes con trayectorias exitosas, y viceversa. Políticas finas, basadas en evidencia, son preferibles a eslóganes que solo suman ruido.
El objetivo no es recortar por recortar ni gastar por gastar, sino asegurar que la promesa de pensión sea creíble en 2040 y 2050. Eso implica ingresos suficientes, reglas claras y estabilidad regulatoria.
La piedra angular es el empleo de calidad. Menos paro juvenil, más productividad y lucha efectiva contra la economía sumergida refuerzan las cotizaciones. Una base fiscal más amplia y menos distorsiones puede complementar ingresos sin asfixiar la actividad.
La edad real de jubilación debe converger con la legal, con incentivos positivos para prolongar carreras cuando sea posible y compatible con la salud. Carreras mixtas, a tiempo parcial o con compatibilidad trabajo-pensión pueden sumar años de cotización sin penalizar a cuidadores ni a quienes tienen profesiones físicamente exigentes.
Necesitamos una regla predecible que reparta ajustes entre ingresos y gastos cuando la demografía apriete. La transparencia actuarial (proyecciones públicas comprensibles) y la pedagogía son esenciales para sostener la confianza.
El pilar público debe seguir siendo el corazón del sistema. A su alrededor, ahorro previsional complementario, educación financiera y productos sencillos y de bajo coste pueden ayudar a suavizar el “bache” generacional sin sustituir la protección pública.
Dimensión | Riesgo si no se actúa | Palanca de solución | Impacto esperado |
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Demografía envejecida | Mayor presión de gasto | Más empleo y productividad; inmigración ordenada | Base de cotizantes más amplia |
Trayectorias jóvenes frágiles | Lagunas de cotización | Estabilidad laboral, salarios de arranque, formación dual | Pensiones futuras menos inciertas |
Suficiencia vs. sostenibilidad | Conflicto político crónico | Regla predecible de ingresos/gastos; edad efectiva | Confianza y certidumbre |
Legitimidad social | “Guerra generacional” | Pedagogía, datos y pactos amplios | Cohesión y contrato social renovado |
El pilar público debe seguir siendo el corazón del sistema. A su alrededor, ahorro previsional complementario, educación financiera y productos sencillos y de bajo coste pueden ayudar a suavizar el “bache” generacional sin sustituir la protección pública.
España no puede permitirse una guerra ideológica entre jubilados y jóvenes. La salida pasa por un nuevo contrato intergeneracional que combine tres compromisos: (1) proteger la suficiencia de las pensiones actuales, (2) asegurar reglas estables y sostenibles a 20-30 años vista y (3) acelerar un plan país para empleo joven, productividad y vivienda. El verdadero dilema no es “quién gana hoy”, sino si el sistema seguirá mereciendo la confianza de quien empieza a cotizar mañana.
Este artículo invita a reemplazar eslóganes por conocimiento útil: comprender los efectos del envejecimiento, diferenciar suficiencia de sostenibilidad, y evaluar reformas con datos y horizonte largo. El objetivo pedagógico es claro: reforzar la cultura de pacto y la transparencia, y ofrecer a lectores jóvenes y mayores un marco común para discutir soluciones, no culpables.
https://institutosantalucia.es/actualidad/pensiones/las-pensiones-baby-boomers/
https://www.injuve.es/sites/default/files/EJ190/02_INFORME-JUVENTUD-2024_RESUMEN.pdf
https://www.caixabankresearch.com/es/economia-y-mercados/mercado-laboral-y-demografia/encuesta-financiera-familias-espana-no-pais
https://www.cis.es/documents/d/cis/es3493marMT_a
https://helpage.es/wp-content/uploads/2023/10/OT-133651-INFORME-ACCESO-SALUD-2023_FINAL-1.pdf
Miguel Ángel Royo
Secretario General de la ONG Guía de Mayores
Responsable del Grupo Consultor de Inteligencia Artifical y Tecnologías de la ONG