La OMS señala que el modelo tradicional, basado en el tratamiento aislado de enfermedades, ya no responde a las necesidades de un colectivo que vive más años, con más condiciones crónicas y con mayor diversidad funcional. El nuevo enfoque define la atención integrada como un proceso continuo, coordinado y personalizado que protege la capacidad funcional y favorece la autonomía.
El modelo apuesta por evaluar y potenciar cinco áreas clave: movilidad, cognición, nutrición, visión y audición. Estas capacidades, denominadas “capacidad intrínseca”, son determinantes en la independencia y la calidad de vida de las personas mayores.
La estrategia de la OMS estructura la atención en cuatro fases que deben incorporarse en la atención primaria.
Incluye la identificación precoz de riesgos, condiciones de vida, entorno social y factores que afectan la funcionalidad.
Si se detecta algún deterioro inicial, se realiza una valoración más profunda para entender causas, necesidades y posibles intervenciones.
El equipo asistencial diseña junto a la persona mayor y su entorno un plan ajustado a sus preferencias, objetivos y contexto vital.
El plan debe coordinarse entre salud, servicios sociales y recursos comunitarios, con revisiones periódicas y adaptaciones continuas.
El modelo de atención integrada obliga a transformar la práctica cotidiana de los equipos de salud.
La OMS insiste en que el cuidado debe realizarse lo más cerca posible del hogar para favorecer la autonomía y el envejecimiento en comunidad.
Médicos de familia, enfermería, fisioterapia, nutrición, psicología y trabajo social deben trabajar de forma articulada, evitando la fragmentación asistencial.
El plan de cuidados se construye desde la escucha activa, teniendo en cuenta preferencias, biografía y objetivos vitales. El modelo reconoce que la participación de la persona es clave para el éxito de las intervenciones.
La continuidad del cuidado depende de la cooperación entre ambos sistemas. La estratificación del riesgo funcional facilita decisiones sobre apoyos domiciliarios, rehabilitación, intervenciones comunitarias o, si es necesario, transición a recursos residenciales.
La OMS identifica este modelo como una herramienta para afrontar el envejecimiento poblacional de forma sostenible.
Detectar tempranamente cambios en movilidad, memoria o alimentación evita deterioros mayores y reduce hospitalizaciones, dependencias y costes sanitarios.
La atención integrada mejora la experiencia de las personas mayores, facilita la labor de los profesionales y evita duplicidades entre servicios.
Este enfoque permite valorar mejor cuándo se necesita reforzar cuidados, cuándo es posible recuperar funcionalidad y cómo acompañar los procesos de envejecimiento desde una perspectiva humana y preventiva.
| Eje | Descripción | Beneficio para la persona mayor |
|---|---|---|
| Capacidad funcional | Movilidad, cognición, visión, audición, nutrición | Mayor autonomía y prevención del deterioro |
| Atención personalizada | Plan de cuidados consensuado | Mejor adherencia y bienestar emocional |
| Coordinación asistencial | Salud + servicios sociales + comunidad | Menos fragmentación y más continuidad |
| Atención domiciliaria y comunitaria | Intervenciones cerca del entorno de vida | Envejecimiento en el propio hogar |
El modelo de atención integrada de la OMS redefine la atención primaria para orientarla a la autonomía, la funcionalidad y la prevención. Es una propuesta que exige coordinación, un enfoque biopsicosocial y la participación activa de la persona mayor. Para profesionales y sistemas de salud, supone una oportunidad para mejorar la calidad de vida, reducir la dependencia y construir un modelo más humano y eficiente de atención al envejecimiento.
https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/68699/9789275330319_spa.pdf