Opinión

Un decálogo para la cohesión de los servicios sociales y sanitarios

Alfredo Bohórquez | Viernes 29 de noviembre de 2019

La Alianza Científico Profesional para el Estado de Bienestar (ACEB) ha fijado como uno de sus objetivos la definición de la cohesión de los servicios sociales y sanitarios en la atención sociosanitaria, un objetivo que hemos comprobado que suscita consenso entre las opciones políticas en un reciente encuentro con representantes de las formaciones política convocado por ACEB.

Si el objetivo parece consensuado, queda pendiente definir en qué consiste y cómo conseguir esa cohesión porque se trata de un tema de estado que implica a la sociedad en su conjunto. En la actualidad, los modelos sanitarios y social son muy diferentes y debemos tender a una integración como ya se ha hecho en otros lugares como es el caso de Canadá, desde 1999 con el Modelo PRISMA con el que han integrado la atención y los cuidados de los sistemas sanidad y servicios sociales, coordinando los dos sistemas (a nivel estratégico, táctico y clínico), con una puerta de acceso única, estableciendo el sistema de gestión de casos, contando con un Plan de Servicio Individualizado, integrando un único modelo valoración y contando con herramientas tecnológicas de información compartida.

No hay duda que aquí también el futuro es integrar la atención. Y para ello es necesario crear una Mesa de Diálogo con un rediseño de Diálogo social que implicaría a políticos, sindicatos, empresarios, profesionales de los medios, el Tercer Sector…

Y como parte de esa sociedad civil, ACEB plantea una propuesta combinada en un “Decálogo para lograr la cohesión de los servicios sociales y sanitarios en la atención sociosanitaria”:

1/ Definir los perfiles de población sociosanitaria, con indicadores comunes para todo el proceso de atención.

2/ Establecer un proceso único de información y acceso que sea común a nivel estatal (puerta de acceso común en el entorno comunitario de sanidad y servicios sociales).

3/ Definir la composición y actuación del “Equipo Gestor de Casos”, conformado equitativamente por profesionales de atención primaria de salud y de los servicios sociales. Además, podrán contar con otros profesionales especializados. Dispondrán de acceso a la utilización de recursos de los servicios básicos y especializados de la red de servicios sanitarios y sociales.

4/ Definir el modelo de valoración común, historia sociosanitaria única y compartida.

5/ Establecer la cartera de servicios y recursos de apoyo, con la participación de los programas, centros y recursos sanitarios y de servicios sociales, tanto de atención primaria como de especializada. Identificar las acciones y los recursos existentes y los nuevos que sean necesarios. Potenciar el enfoque preventivo y de promoción de salud y bienestar.

6/ Establecer un presupuesto común, a través de partidas a aportadas desde Sanidad y Servicios Sociales.

7/ Establecer un cronograma de implantación, coordinación y derivación.

8/ Establecer el sistema de sensibilización, prevención, formación y comunicación con los profesionales y con la población general.

9/ Para impulsar este proceso, es necesario el diálogo civil y un papel de liderazgo, corresponsabilidad de las organizaciones estatales implicadas (administraciones públicas, organizaciones políticas, sindicales, empresariales, científico-profesionales, tercer sector y ciudadanas).

10/ Es clave crear un marco común estatal, que sirva de apoyo y base, para enriquecerlo con la experiencia y el conocimiento autonómico y local.

Todo punto de partida pasa por una mejor coordinación efectiva entre los servicios sanitarios y los servicios sociales y por definir el perfil de población sociosanitaria.

Existen unas grandes diferencias entre los dos sistemas en España: por historia y diferentes culturas; diferencias importantes en tamaño y presupuestos; diferente cartera de servicios; solo sanidad con principio de universalidad y derecho subjetivo; diferentes ámbitos territoriales; diferentes Administraciones públicas y competencias; diferentes capacidades investigadoras y científicas; diferentes sistemas de acceso, intervención y evaluación; diferentes perfiles de población, casos, pacientes o personas usuarias; diferente voluntad de querer integrar los sistemas; diferentes sistemas de evaluación; diferentes esquemas de investigación; diferente lenguaje y criterios profesionales y técnicos; y diferentes perfiles profesionales.

Pero también existen diversos antecedentes internacionales a los que se puede recurrir y que postulan que la salud no puede entenderse sin una comprensión profunda de los factores contextuales circundantes. La Organización Mundial de la Salud crea, en 2005, la Comisión sobre los Determinantes Sociales de la Salud. “La Comisión se interesa por las «causas de las causas», los factores sociales que determinan el crecimiento, la vida, el trabajo y el envejecimiento de la población.

Los determinantes que subyacen a las inequidades sanitarias están interconectados y, por consiguiente, es necesario abordarlos mediante políticas integrales e integradas, que respondan a los contextos específicos de cada país y cada región" (OMS, 2005, 2009, 2012).

Alfredo Bohórquez

Presidente de la Alianza Científico Profesional por el Estado de Bienestar (ACEB)

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