El uso de realidad virtual en residencias de mayores es una tendencia cada vez más frecuente. Esta tecnología se ha demostrado útil a la hora de potenciar algunas terapias y actividades, lo que está llevando a muchos centros a adoptarla para mejorar el bienestar emocional de sus usuarios, al tiempo que mejorar la adherencia a diferentes procesos terapéuticos.
La residencia de mayores El Mirador de Mataró ha sido una de las últimas en adoptar la realidad virtual. En su caso, y gracias a un acuerdo con OROI, los usuarios pueden desenvolverse en entornos virtuales que se adaptan a los gustos e intereses de cada persona, lo que impacta en su bienestar emocional.
El proyecto permite que los mayores se sientan más relajados y estimulados, ya que el visor utilizado permite recrear escenas y situaciones similares a las habituales en el mundo real. Pero, al tratarse de un proyecto personalizado y enfocado en el usuario, se estimulan los sentidos y se obtiene un mayor beneficio.
Por el momento, y como explican desde esta residencia de mayores de Mataró, las gafas de realidad virtual OROI se están utilizando en personas con deterioro cognitivo leve. Y se están utilizando en terapias desarrolladas al mismo tiempo con dos usuarios del centro, que ven la misma escena en sus visores y pueden interactuar entre sí, lo que mejora las capacidades y relaciones sociales de los residentes.
La actividad, además, permite extender durante más tiempo la experiencia, ya que los mayores acostumbran a compartirlo con sus familiares cuando van a visitarlos, demostrando lo emocionante que puede resultar para ellos el uso de realidad virtual en residencias de mayores.
Los expertos del centro aseguran que con el uso de esta tecnología se mejora el estado de ánimo de los mayores y se observa un mayor nivel de motivación en el día a día. Además, muchos usuarios esperan expectantes la próxima sesión y sienten curiosidad por el ‘destino’ que van a visitar de forma virtual.
El uso de realidad virtual en personas mayores ayuda a reducir la ansiedad, elimina la monotonía y potencia la autoestima, al proporcionar un entorno seguro con el que interactuar. Algo que, a su vez, obliga a utilizar los sentidos, generando una estimulación cognitiva difícil de conseguir con otros métodos tradicionales.