En los últimos años se ha conseguido un importante aumento de la esperanza de vida. Esto ha sido posible gracias a la implementación de medidas higiénico-sanitarias, el desarrollo de fármacos o la utilización de tecnología en el ámbito de la salud. Sin embargo, este aumento de la esperanza de vida ha venido acompañada del desarrollo de múltiples enfermedades, que pueden convivir en un mismo individuo, y la necesidad de incrementar el número de fármacos consumidos por cada paciente.
Esta nueva realidad ha conllevado también la aparición de problemas relacionados con la medicación (PRM) (efectos negativos asociados al uso de medicación), que han hecho que la figura del farmacéutico de la farmacia comunitaria haya tomado una relevancia especial. Estas labores desarrolladas por el farmacéutico es lo que conocemos como “Farmacia asistencial”.
En España, el número de farmacias comunitarias activas constituye una sólida red sanitaria cuya actividad va más allá de la dispensación de medicamentos, ya que también engloba el asesoramiento terapéutico y la promoción de la salud en lo conocido como Atención Farmacéutica. De hecho, el propio Sistema Sanitario en ocasiones ha colaborado con la farmacia comunitaria para llegar a algunos grupos de población o para reforzar el impacto de campañas sanitarias.
Por todo esto, las farmacias han mejorado y potenciado sus servicios con la intención de promover un uso racional de los medicamentos y ofrecer atención profesional asistencial. Estos servicios asistenciales pueden ser:
Estas actividades asistenciales se presentan como herramientas muy útiles, sobre todo en el caso de pacientes polimedicados y familiares/cuidadores de los pacientes dependientes o institucionalizados, ya que ayudan a reducir la carga asistencial, cubrir sus necesidades y asegurar un seguimiento adecuado de la terapia y de sus patologías.
Además, construye un canal de comunicación directo entre profesionales médico-farmacéuticos que ayuda a gestionar los problemas relacionados con la medicación. Por todo ello, explican desde Atepharma, se debe fomentar la utilización de la amplia red de farmacias como un pilar que de soporte al Sistema Sanitario, colaborando con el resto de profesionales sanitarios. Esta colaboración ha de promoverse no solo en situaciones de emergencia (como en el caso de la pandemia actual), sino de forma continua y mantenida en el tiempo, ya que los servicios asistenciales de la farmacia permiten descongestionar el colapso en atención primaria al impulsar el trabajo multidisciplinar (médicos, enfermeros y farmacéuticos) para optimizar el uso de los recursos sanitarios.
Adicionalmente, la proximidad del farmacéutico comunitario con el paciente (o sus familiares/ cuidadores) permite detectar errores de administración de medicamentos e interacciones de forma rápida y eficaz mejorando así la calidad de vida del paciente. Algo que se puede subrayar poniendo en valor a la farmacia comunitaria, la labor del farmacéutico y todas las actividades asistenciales que se desarrollan para dar soporte al paciente, especialmente al paciente con patologías crónicas y polimedicado.