Nos encontramos en el momento perfecto para comenzar a redefinir el modelo de atención al mayor: tenemos en la mesa el anteproyecto de la nueva ley de servicios sociales de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid acaba de presentar su nuevo modelo de servicios sociales, los datos demográficos ya no son un futuro, sino una realidad, la situación económica mundial y nacional nos enfrenta a grandes retos de gestión, y una nueva ley de incapacidad que hace de toda persona independientemente de su nivel de capacidad un ser con derecho a la máxima autonomía. En este marco, y por todo ello, vamos a necesitar incluir en la atención al mayor dependiente:
Es posible diseñar un modelo el que la atención al mayor dependiente que vive en su casa sea articulado desde los centros día. Entendemos que la necesidad de apoyo de una persona dependiente debería articularse de manera global, no parcelada y mucho menos excluyente. Un mayor que necesita de una persona que le ayude en casa no puede ser excluido de la utilización del centro de día. Del mismo modo que una persona que es usuaria de los servicios de teleasistencia debe recibir de manera paralela apoyo psicosanitario preventivo para que su deterioro avance lo más lentamente posible en un centro de día.
Las fronteras que dibujan los grados de dependencia son flexibles y cambiantes; por ello, apostamos por soluciones integrales que entiendan al individuo como una persona completa que quiere permanecer el máximo tiempo posible como miembro activo de esta sociedad. Necesitamos soluciones a la dependencia con servicios conectados y permeables. No se trata solo de armar empresas que ofrecen multiservicios, sino de administraciones que entienden la atención al mayor de manera múltiple y mediante la combinación de distintos servicios.
Quizás no se trata de inventar nuevos modelos, sino de ordenar y optimizar las herramientas de las que ya disponemos. El centro día aporta una propuesta de trabajo terapéutico con los mayores que ralentiza y previenen el deterioro físico y cognitivo. Los centros de día ofrecen a los mayores soluciones profesionales en las que un psicólogo o neuropsicología ejerce una función fundamental en el mantenimiento de la autonomía de los mayores que padecen Alzhéimer, Parkinson o cualquier tipo de demencia o deterioro cognitivo. Los fisioterapeutas facilitan el bienestar físico y la recuperación y el mantenimiento de la funcionalidad del sistema motor, provocando mejoras altamente significativas y permitiendo la autonomía tanto de la marcha como de otras funciones durante bastantes más años de los que cabría esperar en circunstancias en las que estas actividades no se realizaran diariamente.
Por último, el trabajo de los terapeutas ocupaciones, cumple con una función altamente importante en el mantenimiento de la autonomía global del mayor, contribuyendo a que todas y cada una de las funcionalidades del individuo le permitan vivir de manera plena esta etapa de su vida.
Podría el trabajador constituirse en la pieza fundamental para que el centro de día sea el elemento bisagra que articule la ayuda a domicilio, el acompañamiento en teleasistencia y los programas contra la soledad. El centro de día puede y debe ser la matriz que define los PIAs de atención al mayor no residencial. Cuenta con un equipo profesional completo, que puede estar conectado con todos aquellos profesionales de otros servicios que atienden al mayor.
La decisión de comenzar a vivir en un centro residencial suele hacerse por parte de la familia, en solitario y con poco apoyo profesional. Este debe ser otro de los momentos en los que un centro de día puede ofrecer apoyo al mayor y a la familia, no solo en su asesoramiento, sino también el acompañamiento en la decisión y la adaptación.
Los centros de día son agentes terapéuticos y socializadores y además cuentan con una principal función, que es dotar de sentido el día a día de un mayor dependiente. Es importante poner en primera línea a un recurso que ha sido erróneamente considerando espacios para “guardar” mayores mientras la familia cumple con sus obligaciones o como un paso previo a la residencia. Amade reivindica una reflexión profunda sobre este recurso y trabaja para definir un modelo donde el recurso ocupe un lugar central.
La atención del mayor en casa debe ser complementada por servicios que, además de resolver las AVDs del mayor, puedan “darle salud” en el más amplio sentido de la palabra. Necesitamos conectar los servicios de atención a la dependencia no residenciales y trabar programas de intervención conjuntos donde todos los profesionales implicados puedan garantizar el bienestar integral del mayor.
Combatir la soledad, atender las necesidades físicas o cognitivas de un mayor de manera separada, nos llevara a modelos ineficientes que solapan funciones y que dejan huecos que ninguno de los servicios atiende, además de incrementar el coste de los mismos.
Proponemos programas de intervención globales que administren un determinado número de horas de ayuda en domicilio, de manera conjunta con la asistencia a un centro de día y un servicio de teleasistencia para aquellas horas del día en las que el mayor esta solo. Ofreciendo así una experiencia vital al mayor de plenitud y participación social.
Inmaculada Cerejido
Directora General de AMADE