Cuidar de un familiar dependiente es un trabajo arduo al que hay que dedicarle las veinticuatro horas del día y no siempre con la dedicación que a uno le gustaría. La residencia y centro de día IMQ Igurco Zorrozgoiti, de Bilbao, ha confeccionado una comunicación científica en formato póster que pone de manifiesto el impacto que tiene en el cuidador el ingreso en residencia de un familiar a cargo.
Se trata de un estudio novedoso del que no hay antecedentes, por lo que para su elaboración se ha desarrollado un cuestionario propio compuesto por 26 preguntas. Entre los aspectos en los que se incide destacan el bienestar social, el bienestar físico y el bienestar personal de la persona cuidadora. Al sujeto se le solicita que valore estos puntos antes y después del ingreso en la residencia.
La decisión de ingresar en una residencia a un familiar no es sencilla. Generalmente, está profundamente meditado teniendo en cuenta el bienestar de la persona mayor, pero también hay otros aspectos como el sentimiento de culpa que se recibe desde el entorno cercano que pueden influir.
En los primeros momentos, el estado de la persona cuidadora empeoraba notablemente, pero el resultado cambia radicalmente a partir del cuarto mes de ingreso.
El factor determinante se encuentra en el sentimiento de agotamiento físico. Casi un 70 % de los cuidadores manifiesta este síntoma antes del ingreso. Un año después, tan solo el 36,1 % de los encuestados seguía en esta misma situación.
En cuanto a su estilo de vida general, más de un 88 % de las personas manifestaron sentirse a gusto con posterioridad al ingreso en la residencia, mientras que antes de tomar esta decisión tan solo estaban a gusto un 49 %.
Esta mejoría en la calidad de vida se observa en hijos e hijas. No así en cónyuges, cuyo bienestar disminuyó, de media, un 6 % tras el ingreso en residencia de un familiar al cargo.
Este análisis se enmarca dentro del grupo de apoyo familiar puesto en marcha por IMQ Igurco Zorrozgoiti en 2019. El departamento de Psicología del centro ayuda a los familiares a gestionar las complejas emociones a los que se tienen que enfrentar.
Los familiares de los internos comparten espacio, de tal forma que pueden poner en común sus temores y pensamientos, sintiéndose comprendidos por alguien que se encuentra en la misma situación.