Se calcula que un tercio de las personas mayores de 65 años sufren caídas, porcentaje que aumenta hasta el 50 % en el caso de los mayores de 80. Las razones son varias, pero existen patrones comunes, como trastornos que pueden afectar al equilibrio y la estabilidad, así como la mayor debilidad del sistema musculoesquelético debido a problemas en los huesos, principalmente.
Estos factores fomentan que las personas mayores puedan sufrir caídas, que en un porcentaje que va del 20 al 30 % puede suponer una discapacidad por lesiones funcionales relevantes, como han explicado varios expertos durante la XVI Cátedra ORPEA, que ha llevado por título ‘Caídas en residencias, prevención y planes de atención’.
Aunque en la mayoría de los casos una caída en personas mayores no tiene mayor relevancia, cuanto más elevada es la edad de la víctima, mayor es la posibilidad de sufrir complicaciones. La fragilidad de sus huesos fomenta que pueda sufrir alguna fractura incapacitante, cuya recuperación será más dura y lenta que en personas más jóvenes.
Además, la necesaria inmovilidad para curar estas fracturas puede provocar “problemas médicos como contracturas o úlceras por presión”, además de generar miedo a caerse de nuevo, ha explicado la doctora Montserrat Lázaro, de la Unidad de Caídas del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos (HCSC) de Madrid. “También, el miedo a caer de nuevo y la pérdida de confianza pueden producir deterioro funcional, al disminuir su actividad habitual. A su vez, este cambio de hábitos puede repercutir de manera directa en la socialización de la persona, favoreciendo el aislamiento social”, ha añadido la experta.
Las caídas, incluso las de menor gravedad, pueden afectar a la calidad de vida y al bienestar de las personas mayores. Por tanto, los expertos han manifestado, en el encuentro, que es imprescindible el abordaje de todos los factores de riesgo implicados (intrínsecos y extrínsecos), establecer estrategias de prevención, realizar un pronóstico individualizado e intervenir de forma multidisciplinar en su tratamiento.
La mayor edad de los usuarios de residencias de mayores provoca que este grupo de población sea más susceptible de sufrir caídas con consecuencias incapacitantes. Para evitarlo, los centros ORPEA cuentan con un plan de atención a las caídas que incorpora una valoración geriátrica integral del residente con evaluaciones físicas, cognitivas, biomédicas o funcionales, en la que se tienen en cuenta los parámetros y aspectos que pueden tener que ver con la predisposición a las caídas.
Otra herramienta fundamental en la prevención de las caídas, su tratamiento y seguimiento de la evolución del paciente es la implicación del equipo multidisciplinar. Así lo ha explicado el terapeuta ocupacional del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos, Arturo Sevillano, al explicar que “al contar con una perspectiva en conjunto más amplia, se cuenta también con una mayor capacidad resolutiva a la hora de cumplir unos objetivos específicos”.
En la Cátedra ORPEA se ha puesto de manifiesto la necesidad de realizar un abordaje integral al problema de las caídas de las personas mayores, con una evaluación previa del riesgo que tiene cada individuo y medidas activas concretas para adaptar los entornos a sus capacidades y limitaciones, con el objetivo de disminuir, en la medida de lo posible, el riesgo. En caso de que la caída ya se haya producido, el abordaje terapéutico deberá ser, asimismo, multidisciplinar y coordinado para atajar los distintos frentes dañados y permitir al paciente recuperar su autonomía cuanto antes.