La llamada España Vaciada, compuesta por poblaciones rurales que progresivamente pierden población y servicios, es un reto al que se enfrenta un país que no deja de concentrar en las grandes ciudades toda su vida, aislando a quienes permanecen en sus lugares de origen. En su mayoría, personas mayores sin otra alternativa que ver cómo sus servicios desaparecen, incluyendo los más básicos.
Sin embargo, si hay algo que se mantiene son las farmacias, aunque en algunos casos haya que ir hasta una población cercana para comprar medicamentos.
Con este concepto de farmacias rurales en mente, el Gobierno, junto a los colegios farmacéuticos, explora un proyecto llamado ‘Farmacia Comunitaria Rural: Atención Sociosanitaria de las personas que residen en áreas rurales o en despoblación desde las farmacias rurales’, que busca posicionar a las farmacias como un punto de asistencia sanitaria en zonas que tienden a la despoblación y la pérdida de servicios públicos.
El proyecto es un protocolo que permitirá prestar asistencia sanitaria en zonas de difícil cobertura a través de las farmacias ubicadas en estos lugares. Para ello, la farmacia se convertirá no en un consultorio médico, pero sí en un lugar de referencia para cuidar la salud más allá de la venta de medicamentos.
En paralelo, este proyecto servirá para poner a prueba la capacidad de las farmacias para convertirse en lugares para el cuidado integral de la salud, con la idea de exportarlo en el futuro a otros lugares del país. Se calcula que el 99 % de la población española dispone de una farmacia en su localidad de residencia, una cobertura que difícilmente tiene cualquier otro negocio o sector. De hecho, el colectivo de personas mayores lleva años luchando contra la exclusión financiera que padecen en zonas rurales donde las oficinas bancarias han desaparecido por completo.
Este proyecto contribuirá a que desde las farmacias se fomente la adherencia del paciente al tratamiento farmacológico pautado por su médico. También a la promoción de hábitos de vida saludables, prevención de enfermedades, nutrición o sanidad ambiental y epidemiológica, entre otros. No se trata, por tanto, de ubicar a médicos en las farmacias, que no son centros médicos, sino de llevar los cuidados que ofrecen a un punto proactivo.
Sin embargo, el proyecto sí contempla que las farmacias puedan prestar servicios sociosanitarios en zonas rurales. De nuevo, no supondrá convertir a las farmacias en centros de día, pero sí en ofrecer al paciente la posibilidad de acceder a los servicios y cuidados sociosanitarios que necesite.