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Manel Domínguez: “El edadismo es una gran pandemia”

Manel Domínguez es autor de 'Senior, la vida que no cesa'.

Entrevista con el autor de ‘Senior, la vida que no cesa’

Martes 04 de abril de 2023

Es doctor en Comunicación Social de la Universitat Abat Oliba-CEU de Barcelona y acaba de publicar ‘Senior, la vida que no cesa’ (Ed. Diéresis), un libro que llama a refundar la sociedad poniendo en el centro una idea que hemos olvidado: las personas mayores van a ser el grupo más numeroso dentro de pocos años. Es el momento de adaptar el mundo a una realidad que reivindican.

¿Cuál es el tema central y objetivo del libro?

El libro tiene una visión holística y poliédrica, con muchas caras sobre el envejecimiento. Y tiene tres ejes: enfrentar el edadismo, todo aquello que implica una violencia contra las personas mayores en cualquier aspecto; la presencia, diálogo o conocimiento sobre el proceso intergeneracional, esa unión de los mayores y los jóvenes para la evolución de la humanidad; y la tecnología aplicada a la sociedad del conocimiento como un nuevo posicionamiento que incluye inteligencia artificial, robótica y esos cambios tecnológicos que van a cambiar la sociedad y posicionar otra vez a las personas sénior.

El libro parte de esa ‘nueva mayoría’ que son las personas mayores, que en países como España no dejará de crecer. Sin embargo, esta mayoría está siendo discriminada y arrinconada en la sociedad. ¿Cómo va a ser la sociedad cuando realmente sean la mayoría de la población?

Estamos iniciando en este momento la nueva revolución de los sénior. Si hacemos contexto, vemos dónde nace el edadismo: en 2013, cuando se empezó a investigar el envejecimiento, yo veía la agresión edadista hacia las personas mayores; no ya de silenciarlos, sino la actitud o la palabra. Eso me abrió el mapa para entender qué estaba ocurriendo en el mundo sobre el envejecimiento y el edadismo.

Esa investigación que empecé en 2013 me lleva a conclusiones. A finales del siglo XVIII, con la Revolución Industrial y después el Taylorismo o la producción de coches en Detroit se genera un proceso que es ‘producir o morir’. El concepto es que te utilizan cuando eres joven y cuando llegas a los 65 años ya no eres útil y se te jubila o retira. Se potencia la juventud no por su talento, sino por su fuerza física, mental o productiva. Ahí se empieza a generar un edadismo que es como una gran pandemia, que lleva desde el XVIII hasta 2023 generando un apartheid de las personas sénior. Se genera un edadismo que no cuenta con el talento y la experiencia sénior.

Ahora ya somos más séniors de más de 60 años que los bebés o niños de hasta 5 años, y en los próximos 30 o 40 años seremos el doble que las personas de entre 15 y 25 años. Hay que entender el presente de forma clara y contundente.

¿Qué dice la ciencia del envejecimiento?

Se empieza a estudiar hace unos 10 años, y se ha dado cuenta de que estudiar el envejecimiento es importante para la evolución de la humanidad. Hemos detectado que el cerebro de un joven de 25 años es más rápido a la hora de actuar, pero el de un sénior de más de 70 es más seguro, se equivoca menos y es más pragmático. Acierta más a la hora de tomar decisiones. Esto nos dice que no hay que excluir a nadie, ni a jóvenes ni a sénior; lo que hay que hacer es una nueva sociedad. Una nueva visión de qué es la humanidad, con una relación intergeneracional: sumando el cerebro rápido de los jóvenes con el cerebro experimentado, vital y mucho más seguro en la toma de decisiones de los séniors.

No hay que excluir a nadie porque los jóvenes también sufren el edadismo. El edadismo no es patrimonio de las personas mayores de 65 años, es una pandemia que coge a los jóvenes y los utiliza. Hay que desterrar el edadismo para una nueva sociedad.

Hay una rama de la ciencia que busca la forma de retrasar e incluso revertir el envejecimiento. ¿No supone situar el envejecimiento al nivel de una enfermedad, como algo ‘malo’ que hay que ‘curar’?

No, en absoluto. La ciencia empezó a estudiar cómo retrasar el envejecimiento. No está atacando a la enfermedad, sino potenciando la salud. La ciencia dice que el límite sin intervención genómica puede ser de 300 años. Crecemos 1,5 años cada 5 años. No lo trata como una enfermedad, sino como una recuperación celular de las personas mayores.

En el año 2000, las principales empresas eran las energéticas. Ahora son las tecnológicas. Dentro de 30 o 40 años lo serán las biogerontológicas, aquellas empresas centradas en el cuidado del ser humano, de la salud y en la recuperación celular de las personas. Hay que crear una nueva cultura de las edades: de cero a 25 tenemos bebés, niños, adolescentes o jóvenes; desde 60 en adelante, somos tercera edad. No tenemos una cultura de las edades y no definimos que la plasticidad del cerebro no se reduce a que con 80 años ya no puedas estudiar un idioma. Es nuestra actitud, esa sumisión a la que hemos sido sometidos durante decenas de años por parte del edadismo, que es lo que hay que atacar.

Mira una anécdota de edadismo de Estado: cuando cumplí 70 años y renové mi DNI me decían que lo tenía que volver a renovar el 1 de enero del año 9.999. Eso significa que me quedan 7.000 años para renovarlo. Cuando el Estado te dice que con 70 años ya no vas a volver a renovar el DNI, te está diciendo que no sirves para nada, no importas y das igual. Eso, para cientos y miles de personas, es un toque mental. Hay que cambiar muchas cosas.

Por eso, el libro pone en qué punto estamos en ciencia, demografía o el valor social de la mujer sénior, porque ahora tenemos en España, de unos 10 millones de personas mayores de 65 años, unas 18.000 tienen entre 105 y 110 años; de ellas, 14.000 son mujeres. Hace años, una mujer sénior y viuda dijo en una conferencia que quería volver a casarse. Cuando le pregunté por qué, me dijo que desde que había enviudado, se sentía invisible en la sociedad, y quería casarse para volver a estar activa en la sociedad. Me pareció muy duro. El edadismo ataca a la mujer de una forma aún más cruel que al hombre.

En nuestra sociedad actual, te jubilas con cierta edad y parece que todo se ha terminado. Sin embargo, en Francia, por subir dos años la edad de jubilación, a los 64 años, ha habido grandes disturbios. ¿Cree que la sociedad no entiende que el modelo actual no parece sostenible?

Hay dos cosas ahí. No voy a entrar en el debate sobre a qué edad jubilarse. Es evidente que debe existir una edad para que alguien decida jubilarse. Pero en el libro explico que si el Estado no me deja jubilarme cuando yo quiero, eso es edadismo de Estado. Yo me tengo que jubilar cuando considere que tengo que hacerlo, a los 60, 70 u 80 años.

La nueva libertad de los sénior se trata de transformarse: si he estado trabajando en una fábrica y me quiero jubilar a los 67, perfecto, pero si quiero seguir trabajando en otra cosa, sea siendo poeta o pintando cuadros, debo poder estar trabajando hasta el último día de vida que yo decida.

Esa es la clave y ese proceso es el que pretende el libro: abrir un nuevo océano para un gran debate sobre adónde vamos y qué bases poner para ese gran cambio.

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