Las mujeres no envejecen igual que los hombres no solo a nivel físico, sino social. ¿Qué significa esto?
Nuestro cuerpo no va al margen de lo que nos pasa, y una de las cosas que vemos al estudiar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, una parte de lo que les pasa a las mujeres se debe a los roles que han desempeñado a lo largo de su vida, y que ha perjudicado a su salud. Esos problemas físicos y osteoarticulares no son solo una cuestión biológica, sino que tiene mucho que ver con los procesos por los que han pasado; por ejemplo, en los cuidados y trabajos. La mirada feminista nos permite salir de lo biológico para entender de dónde viene una parte de esas dolencias que tienen las mujeres. ¿Que las mujeres consuman más psicofármacos que los hombres es porque tienen más depresión que ellos o porque lo cuentan?
A pesar de estos datos, las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres. ¿Por qué?
Hay diferentes explicaciones, desde las muy biologicistas, que plantean que el hecho de poder procrear nos permite ser más fuertes físicamente y tener más capacidad de sobrevivir, hasta las de hábitos de vida. Las mujeres pensamos más en la salud de todos y somos más preventivas, por lo que vamos más al médico de atención primaria y tenemos un mayor control sobre nuestra propia salud, pero también evita que tengamos enfermedades más graves o cronificadas. Y hay una parte de sociología feminista, que plantea que los roles en los que nos han socializado, la empatía, generar vínculos o ser las que promovemos las redes y relaciones, por un lado es agotador, pero, por otra parte, nos genera la posibilidad de tener redes más fuertes que los hombres. Hay mujeres muy mayores que leen más que los hombres, están más en conferencias y aprendizaje, etc., por lo que están más conectadas con la vida y llegan a edades más avanzadas, aunque esos años que añaden a la vida los viven con peor calidad que los hombres.
Quizás debido a esta mayor longevidad, hay más mujeres viudas que sufren la soledad no deseada de la que tanto hablamos ahora. Aunque sea una situación-tipo, ¿qué puede decirnos de este fenómeno?
Ahí hay un patrón de género muy tradicional: las mujeres se casaban con hombres algo mayores que ellas y, al tener ellas mayor esperanza de vida, se quedaban viudas. Veremos si eso sigue sucediendo en próximas generaciones, porque igual esos patrones ya no son tan rígidos o hay mujeres que no tienen pareja o no tienen una pareja masculina.
La viudedad implica la pérdida de la pareja y una pérdida económica importante, porque muchas mujeres trabajaron fuera de casa en un mercado precario, sin cotizar a la Seguridad Social, y no tiene pensión más que la de viudedad. A veces, también hay una pérdida de relaciones: esas mujeres pierden el contacto con las otras parejas con las que tenían contacto cuando estaban casadas. Por eso muchas comienzan a tener relaciones en asociaciones de viudas, otros entornos que suponen un cambio de amistades.
Yo cuestiono mucho y no estoy de acuerdo con la idea de que las mujeres mayores sean las que se sienten más solas, porque eso no es lo que demuestra la investigación. Se repite como un mantra, pero no es cierto que eso sea así. Lo que se demuestra es que las personas que se detecta que están más solas son hombres más bien jóvenes y en sociedades individualistas. Hay un mantra que dice que hacerte mayor implica sentirte solo, especialmente en el caso de las mujeres, y yo lo cuestiono. Es algo que se ha puesto 'de moda' y todo el mundo habla de soledad no deseada; yo cuestionaría a qué estamos llamando soledad, porque muchas veces es tristeza, aislamiento o falta de recursos, pero le hemos puesto el nombre de 'soledad no deseada' porque igual eso financia muy bien.
Hay una soledad real y otra percibida, en la que la persona vive en un entorno con redes sociales, pero aun así se siente sola.
En España, el primer hogar, estadísticamente, es en el que vive una sola persona. El hogar tradicional de papá, mamá y los hijos creo que es el cuarto. Vivimos en 2023, en el siglo XXI, y cada vez más gente decide vivir sola si puede, porque muchas veces no se tienen los recursos para vivir en un apartamento solo y hay que compartir. Y una cosa es habitar solo y otra sentirse solo. Pero, aun así, lo que entendemos como 'soledad percibida', y esto es una opinión personal, cuestiono cómo se está estudiando. Hay asociaciones que visitan en su casa a personas que viven solas, como gente en silla de ruedas que vive en edificios sin ascensor. Pero ese señor no está solo, está aislado. No puede salir a la calle. El problema no es la soledad. Y es mucho más difícil que ese señor tenga una casa accesible que dar dinero a una asociación para que vaya a visitarlo. Es mucho más fácil financiar el malestar y el síntoma que cambiar el sistema. Vivimos en contextos y nos falta una mirada a lo estructural. Y, además, demonizamos la soledad, sin tener en cuenta que todos tenemos que aprender a tener una parte de soledad que nos aporte y una parte de compañía que nos aporte. No me parece serio estudiar la soledad de forma tan subjetiva: 'la soledad es lo que tú sientes que es soledad'.
Aunque sea generalizar, ¿cómo es la mujer mayor española?
Es complicado, porque habla de 'mujer mayor' es hacerlo de 65 años en adelante, algo que deberíamos cuestionarnos si es 'ser mayor'. ¿Vejez y edad cronológica están relacionadas ahora mismo? Quizás deberíamos empezar a hablar de segunda adultez o gerontolescencia, porque son personas activas, con buena salud, participan... Quizás a partir de los 80 años sí empieza a aparecer eso que llamábamos 'vejez'.
Respecto a las mujeres, depende de muchos factores. No hay un perfil y hay que analizar la mochila que lleva cada uno. No podemos ir a lo micro y a las trayectorias vitales, porque entonces veremos que todas las personas mayores no pudieron trabajar, que no pudieron estudiar... y hay de todo en ellas. Hay que tener una mirada estructural que tenga en cuenta el haber vivido en una sociedad machista, y aterrizar en cada una de las mujeres para ver hasta qué punto han podido hacerlo. Hay que estar yendo y viniendo de lo macro a lo micro.
Se habla mucho de edadismo, algo que, probablemente, todos cometamos en mayor o menor medida en la sociedad, incluso sin darnos cuenta.
Nos socializamos en una sociedad que sigue teniendo representaciones muy negativas y estigmatizadoras de las personas mayores. En 1900, la esperanza de vida en España era de 35 años. En 2022, superaba los 80. Eso es un cambio abismal en la historia de la humanidad. Vivir en sociedades longevas donde el grueso de la gente muere alrededor de los 80 y tantos años, como en España, no tiene parangón en nuestra mirada sobre lo que significa hacerse mayor. Seguimos teniendo representaciones del siglo XIX y XX, muy incapacitante, situada en la autonomía funcional, que todas las personas mayores están enfermas, solas, son pobres y tristes... Hasta el punto de que, cuando somos mayores, decimos que nos sentimos jóvenes.
Seguimos poniendo en la juventud lo positivo. Y hay que reeducar para decir que las etapas de la vida son las que son; incluso nos las podemos editar, porque la adolescencia se la inventó la psicología evolutiva, ya que en el siglo XIX no existía. Igual necesitamos inventar otra etapa de la vida y atribuirle unos valores positivos, porque parece que solo los jóvenes y los adultos los tienen. La vejez tiene un imaginario negativo, y eso solo se cambia educando desde niños. Envejecer es un éxito de la vida, y es desde que nacemos hasta que nos morimos, no desde que somos adultos hasta que nos morimos. No estamos hablando de lo que significa envejecer: que miles de personas siguen estudiando, participando, viviendo, compartiendo, pensando dónde quieren vivir cuando sean más mayores... Esas son las personas reales que no aparecen en ningún sitio.