En un artículo publicado en su blog de investigación, Google explicaba que el proyecto MoNAP consiste en un sistema de IA que utiliza los últimos avances en redes neuronales y teoría de grafos para identificar estructuras químicas en datos espectroscópicos en bruto (un tipo de análisis en el que se analizan compuestos químicos en función de su forma de absorber o emitir luz en determinadas condiciones y/o campos magnéticos) hasta diez veces con mayor precisión que los sistemas convencionales. Cabe señalar que el uso de la inteligencia artificial en este campo no es del todo nuevo: en los últimos años, todas las grandes compañías farmacéuticas y algunas empresas de nueva creación han invertido en la creación de sistemas impulsados por la IA para analizar, interpretar y predecir las propiedades físicas y químicas de los fármacos.
En lo que respecta al futuro de la IA en medicina, muchos expertos predicen que su uso será cada vez más común. Según una investigación publicada en Nature Communications, la IA podría reducir hasta cinco años el tiempo necesario para desarrollar un nuevo medicamento. Además, el estudio sugiere que el uso de la IA en el proceso de descubrimiento y desarrollo de nuevos fármacos podría reducir sus costes hasta en un 50%. Otros expertos también señalan que el uso de la IA puede ofrecer conjuntos de datos significativamente mayores, lo que permite descubrir nuevas terapias con aún más rapidez y precisión.
En este contexto, Celia señala que el proyecto MoNAP forma parte de un esfuerzo más amplio de Google para impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías basadas en la IA para la salud. Menciona el trabajo que ya está realizando el gigante tecnológico estadounidense en ámbitos como la cirugía robótica y la medicina personalizada, y subraya que la IA está a punto de revolucionar la forma en que se crean los medicamentos, reduciendo enormemente los costes y aumentando la eficacia. En este sentido, Celia sostiene que el futuro de la medicina podría ser más esperanzador que nunca, ya que las tecnologías de IA podrían conducir en última instancia a la creación de tratamientos personalizados que sean más rápidos, baratos y eficaces.
Además del proyecto MoNAP, Celia concluye que también hay varias iniciativas en el campo de la salud que se centran en el uso de tecnologías de IA para mejorar el desarrollo de nuevos medicamentos. Algunas de las más importantes son el Programa IBM Watson Health, cuyo objetivo es mejorar la toma de decisiones clínicas analizando e interpretando grandes conjuntos de datos, y el Laboratorio de IA Sanitaria de Cambridge, que trabaja en la creación de nuevos sistemas basados en la IA para detectar signos de alarma tempranos de la demencia, y el proyecto BioNLP, que desarrolla nuevos sistemas de IA para la identificación de nuevos genes y proteínas de interés potencial para el estudio de diversas enfermedades.
En este contexto, Celia subraya que el uso de la IA en el campo de la salud es una realidad en este momento y es probable que cobre cada vez más importancia en los próximos años. A este respecto, destaca los beneficios potenciales que puede aportar la IA en términos de reducción del tiempo necesario para crear un nuevo medicamento, así como de su coste y, en última instancia, de su eficacia. Sostiene que, a pesar de los posibles riesgos e inquietudes éticas, no hay duda de que la IA tiene el potencial de revolucionar la forma en que se prestan los servicios sanitarios y se desarrollan nuevas terapias.