La Saleta Care erradicó las sujeciones físicas hace una década, siendo pionera en un movimiento que ahora están llevando a cabo otros centros. ¿Por qué apostaron en aquel momento por un planteamiento libre de sujeciones?
En 2008 nos planteamos un análisis y una reflexión profunda sobre nuestro modelo de cuidados con el objetivo de liderar un cambio hacia un modelo centrado en la persona. En este análisis, y dada nuestra relación con CEOMA, y en concreto con Antonio Burgueño, nos planteamos el programa ‘Desatar’ como punto de arranque para el cambio.
¿Qué modelo alternativo a las sujeciones se implantó en aquel momento?
El modelo alternativo a las sujeciones que se implantó y se mantiene hoy en día tiene 6 líneas de actuación:
¿Qué cambios hubo que hacer en los centros residenciales?
A nivel arquitectónico, ninguno, solo algunos cambios en equipamiento, como la sustitución de algunas camas del centro por camas bajas, y cambios organizativos, que repercuten en todos los profesionales del centro.
¿Podría darnos una estimación del coste que tuvo?
El coste ha sido anecdótico, dado que ha repercutido en equipamiento puntual. En ningún momento la retirada de sujeciones ha requerido más recursos humanos. Es más, hemos iniciado la gestión en centros con ratios altos y, sin embargo, ataban más que otros centros con ratios más bajos. Al final es una cuestión de cultura de cuidados.
¿Cómo han evolucionado las alternativas a las sujeciones físicas en estos diez años? ¿Hay novedades?
Nuestra experiencia desde el año 2008 nos reafirma en que la base del proceso de retirada es el cambio de cultura en la organización, la formación y la información, y el convertir la sujeción en una corresponsabilidad de todo el equipo de profesionales del centro con la familia.
Hay tecnología que nos permite mejorar y facilitar nuestros métodos de trabajo, por ejemplo con detectores de presión en la cama, y los equipamientos avanzan en prestaciones. Un ejemplo son las camas que bajan hasta el nivel del suelo. No obstante, son elementos facilitadores, no la solución al problema.
¿Qué cambios han notado desde que no utilizan sujeciones físicas, especialmente entre los residentes?
Cualitativamente, es evidente el cambio de cultura de nuestros centros y se hace patente en especial en la unidades de cuidados continuados de personas con deterioro cognitivo.
Cuantitativamente, desde el principio tuvimos muy claro que teníamos que medir con indicadores el impacto de la retirada de sujeciones y así lo hemos hecho en colaboración con el Departamento de Economía Aplicada de la Facultad de Economía de la Universidad de Valencia, y sabemos que hemos reducido el número de caídas con consecuencias grave, que hemos reducido la prevalencia de úlceras por presión y que la retirada de sujeciones tiene un impacto positivo en el mantenimiento o mejora de la situación funcional y cognitiva de la persona mayor con demencia.
Esto al final es mejora de bienestar y de calidad de vida percibida. En relación a los profesionales, se pierde el miedo a la retirada y mejora su nivel de satisfacción en los cuidados.
En 2010 introdujeron el programa "Desatar Químico". ¿En qué consistió y cómo se sustituyeron las sujeciones químicas?
Iniciamos ‘Desatar Químico’ en 2010 elaborando un Consenso en colaboración con los Servicios de Farmacia sociosanitarios de Burriana y La Cañada, dependientes de la Consellería de Bienestar Social, y con el Centro Autonómico Valenciano de Información de Medicamentos.
El Consenso contempla la identificación adecuada de las alteraciones conductuales, la búsqueda de la relación causa/efecto, la priorización de las medidas no farmacológicas y como última opción ante la prescripción necesaria de un psicofármaco, la selección adecuada del mismo y el tiempo para la retirada evitando así que se cronifique su uso.
Los programas soporte, la formación y, en general, parte de la metodología es la misma que para la sujeción física. Al fin y al cabo es el mismo problema con diferentes formas, muchas veces simultáneas de abordarlo.
La Saleta cuenta con más de 4.500 plazas residenciales en España y las aperturas o adquisiciones de nuevos centros son constantes. ¿Cuáles son sus objetivos para este año?
En una primera fase nuestro objetivo es analizar y aprender para ir avanzando en nuestro modelo de cuidados, incorporando lo que hoy en día son nuestros principios del modelo: tolerancia cero al uso de sujeciones, el proyecto de las 12 metas, la formación para el buen trato y las recetas para el bienestar, Experiencia Armonea (fruto de la incorporación de la metodología de Armonea), y los indicadores de calidad.
¿Hacia dónde se encamina el sector residencial? ¿Qué retos va a enfrentar en los próximos años, conforme el envejecimiento de la población sea más acusado?
Saber cómo va a evolucionar este sector es una tarea complicada. Hay puntos que están claros, como son mayor edad en los ingresos en los centros dada la red de recursos intermedios y la tecnología en el hogar, mejor estado físico y mental de las próximas generaciones, total aceptación cultural de estos recursos, etc.
Estructuralmente, hay que ir a centros grandes, tecnológicamente avanzados y que permitan equipos profesionales muy completos, pero totalmente modulados, que evitan la masificación.
¿Qué deberían estar planteando los poderes públicos para poder sostener el sistema residencial?
Para sostener el sistema, con el poco crecimiento de las pensiones y el incremento de las inversiones y los costes, hay que potenciar figuras como las hipotecas inversas y el seguro de dependencia con deducciones fiscales.