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Opinión

No se puede pretender que el problema de las sujeciones lo resuelvan las administraciones o los poderes públicos

Por Antonio A. Burgueño
jueves 16 de agosto de 2018, 14:30h

Existen movimientos que buscan coger fuerza para presionar más y mejor a los responsables públicos para que intervengan en la solución del problema de las sujeciones. El Programa Desatar ya se manifestó en contra de ese tipo de estrategias, pues pensamos que no es ese el camino, pues no son los poderes públicos los que han creado el entuerto de las sujeciones, aunque es cierto que un mal posicionamiento de esos poderes públicos, a través de las administraciones públicas, sobre las sujeciones, pueden tener efectos negativos.

El entuerto de las sujeciones lo hemos creado los profesionales sanitarios, en el contexto de nuestras prácticas asistenciales, unas veces pensando que su uso era necesario para la persona objeto de atención, otras veces porque nos mostrábamos comprensivos con las cargas de trabajo del personal de atención directa, y otras veces participábamos en evitar conflictos con familias.

Es verdad que el entuerto se ha producido en el ámbito de los servicios sociales, y más concretamente en el sector de servicios a personas mayores, y no se ha complicado tanto en otros ámbitos, como es el de los hospitales españoles, que por cierto pertenecen a un sector en el que el uso de sujeciones no está tan regulado legalmente, gracias a lo cual prevalece un mayor grado de sensatez al respecto, pues no se exige que sea un médico el que prescribe la sujeción, y se acepta que es una práctica que queda dentro del ámbito de los cuidados de enfermería.

La regulación que se ha hecho en el ámbito de los servicios sociales solo ha servido para pervertir el uso, y ha provocado que las actitudes profesionales sean anormales, que en muchos casos se traduce en actitudes a la defensiva, de las cuales son víctimas las personas objeto de atención, como ocurre siempre que un profesional exagera sus actuaciones para evitar riesgos legales. No hace mucho escuché a un médico respetado del sector decir que trabajar como médico en una residencia es parecido a caminar sobre un campo de minas, y lo dijo en el contexto de una jornada sobre uso de sujeciones.

Dinámicas como el pacto con las familias para aplicar sujeciones, o utilizar algunas sujeciones como remedio a conflictos internos entre colectivos profesionales, contribuyen a que acometer la erradicación de las sujeciones sea un reto complejo.

El uso de sujeciones ha contribuido en gran medida a que la realidad de la mayoría de las residencias sea pobre en términos de seguridad, en términos organizativos, e incluso en términos de conocimientos en la ciencia de cuidado de las personas con demencia, que son un 60% de la población de mayores que viven en residencias.

Si el uso de sujeciones ha servido, y está sirviendo, para ahorrar recursos, entonces sí que los poderes públicos deben entrar, y empezar por asumir la responsabilidad que tienen en ello, y que la era de los bajos costes en el sector ha terminado.

Sabemos que las deficiencias inducen a sujeciones y que las sujeciones inducen a deficiencias.

Finalmente, el uso de sujeciones es una práctica común, excesiva en el ámbito de las residencias españolas.Ya sea por conveniencia, ya sea por compensar deficiencias, el uso de sujeciones ha terminado siendo una práctica muy extendida.

Es una práctica que se ha convertido en todo un fenómeno en España, pero quienes comprendemos su complejidad debemos evitar pretender que sean las normas o las políticas las que deshagan el entuerto.No podemos pretender que la acción pública se traduzca en que todos los centros españoles acaben siendo centros libres de sujeciones, como lo son ya decenas por iniciativa privada o profesional.Desde los poderes públicos, utilizando normas, se pueden poner límites para poder controlar y evitar los abusos.

Me hago una pregunta, ¿alguien se cree que el uso de sujeciones se puede prohibir en España?, yo creo que no.

¿Alguien cree que una administración pública cualquiera puede imponer una forma de trabajar, una forma de relacionarse con las familias, una forma de resolver los conflictos internos de los centros?¿Se puede imponer una forma de trabajar que pase por encima de los criterios técnicos que cada profesional tiene sobre cómo se han de hacer las cosas?

Simplemente, con que las administraciones pongan límites claros al uso de sujeciones, y forme a sus inspectores para interpretarlos correctamente, ya habrán cumplido. Si además, promueven el conocimiento, y promueven las adecuaciones necesarias, habrán cumplido de sobras, y solo faltará que los profesionales cumplan con su parte, cambiando de actitud, y desarrollando estrategias que les permitan prescindir de esas medidas.

Los centros libres de sujeciones existentes ya, muestran como han seguido distintos caminos para lograrlo, y que es posible, y están llenos de profesionales que han participado en el proceso, y que pueden liderar el cambio necesario.

Prohibir su uso por conveniencia o disciplina e imponer que si se utilizan a diario se garantice que la persona objeto de sujeción estará libre de sujeción por varios periodos largos de tiempo al día, son límites que pueden llevar a la cuasi erradicación de esas prácticas.


Antonio A. Burgueño

Director del Programa Desatar. CEOMA

Antonio A. Burgueño

Director del Programa Desatar. CEOMA

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