A medida que envejecemos, nuestras capacidades comunicativas se van reduciendo progresivamente, en un proceso que incluso las personas sanas llegan a sufrir por el peso de la propia naturaleza. Si a esto le añadimos demencias, enfermedades neurológicas o accidentes cerebrovasculares, la comunicación con los mayores puede volverse tediosa, especialmente para ellos.
La neurologopeda Inmaculada Bravo, de Vitalia Alcalá de Henares, ha enumerado unas pautas para comunicarse con personas mayores. La primera es la más lógica: empatía. Ante una persona mayor o con demencia, y al tener alteración y pérdida de capacidades comunicativas, debemos adaptar nuestros mensajes para que sean comprensibles. Puede parecer obvio, pero muchas personas son incapaces de ponerse en la piel de la persona mayor para entender que su vida ha cambiado y ya no puede comprender lo que se le dice como antaño.
La empatía permitirá que incluso la persona mayor asuma su nueva etapa vital. En este sentido, si los familiares se adaptan a las nuevas necesidades del mayor, estarán contribuyendo a las terapias de rehabilitación que esté siguiendo.
Una vez lograda la empatía, la comunicación con los mayores exigirá mensajes claros, directos y con información que no tenga doble sentido. Para ello, será necesario adaptar el vocabulario, simplificándolo en la medida de lo posible y evitando términos complicados. Hay que tener en cuenta que muchas personas mayores también padecen problemas auditivos, por lo que las palabras excesivamente largas, complejas o desconocidas pueden suponer un problema para ellos a la hora de comprenderlas, lo que puede derivar en frustración que afecte a su estado anímico.
Además, la comunicación con los mayores deberá evitar un ritmo demasiado rápido y carente de pausas, explica la neurologopeda de Vitalia Alcalá de Henares. Hay que ser conscientes de que su capacidad de comprensión puede estar dañada, lo que le obligará a dedicar más tiempo para descifrar el sentido de una frase. No obstante, tampoco hay que hablar excesivamente despacio o con lenguaje infantilizado, ya que en muchos casos simplemente no será necesario.
En la comunicación con los mayores la entonación también es importante, así como la precisión de lo que estemos contando. Es la clave para que puedan recordarlo, que se puede reforzar con gestos y ejemplos que conozcan y que evoquen su propia experiencia.
Cuando hablamos con mayores no estamos hablando con niños o con personas que no comprenden nuestro idioma, pero sí con personas que hasta hace algún tiempo se desenvolvían con total normalidad y ahora, por sufrir algún tipo de patología o por el mero hecho de haber perdido capacidades fruto de la avanzada edad, necesitan que el interlocutor se adapte a su nueva situación. Cuanto mejor lo hagamos, más ayudaremos al mayor a sentirse integrado en la comunidad y a valerse por sí mismo en la medida de sus posibilidades. Es tarea de toda la sociedad facilitar a los mayores una vida digna sin caer en paternalismos que impliquen la negación de su propia libertad.