El coronavirus (COVID-19) saltó a la prensa internacional cuando China, donde se ubica el epicentro del contagio de esta enfermedad, cerró varias localidades ante el creciente e imparable número de casos. El temor a que la configuración global del mundo pudiera diseminar la enfermedad llevó a muchos países a cortar las comunicaciones aéreas o terrestres con el país asiático.
Ahora, casi dos meses después de conocer la existencia de este virus, Europa tiembla por el brote que, desde Italia, comienza a extenderse por el continente. En España ya hay más de una veintena de casos confirmados, mientras el Gobierno trabaja para identificar el origen de los brotes, que hasta ahora está relacionado casi siempre con personas que han viajado a las zonas del norte de Italia más afectadas.
El coronavirus es una enfermedad vírica con un periodo de incubación de unos 14 días. A diferencia de enfermedades similares, como la gripe común, el coronavirus se contagia incluso cuando la persona afectada carece de síntomas, lo que dificulta la identificación de los contagiados y favorece la propagación de la enfermedad.
Entre los síntomas del coronavirus se encuentran los habituales en enfermedades similares: fiebre, tos, cansancio o debilidad muscular. De hecho, el coronavirus es similar a una gripe, aunque con una tasa de mortalidad mucho más baja (a pesar de la psicosis generalizada que está causando). Se estima que en España mueren cada año más de 6.000 personas a causa de complicaciones derivadas de la gripe, según datos del periodo 2018-2019 del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría. Esta misma fuente cifra en casi medio millón los afectados por gripe solo en España en ese periodo, con más de 50.000 ingresos hospitalarios.
Si se comparan estas cifras con las del coronavirus, la psicosis solo puede entenderse desde el punto de vista de la novedad y del morbo que genera un caso de estas características: hasta finales de febrero hay algo más de 83.000 casos en medio centenar de países y 2.700 fallecidos. Cierto es que del coronavirus se desconoce prácticamente todo, mientras que de la gripe común incluso existe vacuna. No obstante, existen formas de evitar el coronavirus, y son las mismas que las que se conocen para evitar la gripe o el contagio de cualquier enfermedad de transmisión común: la higiene y la protección.
Las víctimas más frecuentes tanto de la gripe como del coronavirus son las personas mayores, las inmunodeprimidas y aquellas que sufren patologías cardiacas o respiratorias, principalmente. Y es que ambas enfermedades tienen el potencial de derivar en neumonía. Por eso, extremar las precauciones en entornos en los que conviven personas con estos perfiles es básico para evitar contagios.
Entre estos lugares destacan las residencias de mayores, donde la población residente convive con personal y visitas de familiares que proceden del exterior, y que podrían portar el virus. “Los familiares y visitantes que acuden a residencias de mayores deben observar las mismas medidas que se aconsejan en otros ámbitos y en la vida diaria, fundamentalmente una correcta higiene de manos, puesto que es el contacto entre las mismas la principal vía de contagio”, explica Francisco José Tarazona, geriatra del Hospital Universitario La Ribera y vocal clínico de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
Por responsabilidad, cualquier visitante que sospeche que puede padecer una enfermedad como el coronavirus o la gripe debería abstenerse de visitar una residencia de mayores. Aunque estos centros cuentan con “protocolos de prevención para cualquier viriasis, como la gripe”, cuyo objetivo es “tratar de reducir el contagio”, explica el doctor Tarazona.
Pero este enfoque preventivo pasa, en cualquier caso, por “la higiene personal”, con medidas básicas como toser o estornudar en un pañuelo desechable o en el brazo, y no en las manos, lavarse las manos con frecuencia, evitar acercarse demasiado a otras personas al hablar o no compartir utensilios u objetos que puedan haber entrado en contacto con secreciones como la saliva. “En el caso concreto del coronavirus, tanto el Ministerio de Sanidad como las respectivas Consejerías están haciendo públicos permanentemente las distintas actualizaciones de los protocolos de prevención”, apunta el doctor Tarazona. Protocolos que podrían ser revisados en los próximos días si el número de contagiados continúa aumentando en España, y en cuyo caso sería necesario extremar las precauciones entre la población más vulnerable. Sin caer en psicosis y pánico, pero sin relajar las medidas que pueden evitar el avance de una enfermedad de la que pronto conoceremos todas sus caras.