La edad es un número, ya esté impreso en forma de fecha en el DNI, en forma de velas sobre una tarta o en nuestra mente. Pero no pasa de ahí: la edad no exige limitarse o cerrarse a nada, excepto la de la jubilación forzosa (quizás en peligro de extinción). Cierto es que junto a la edad llegan los temidos achaques, en ocasiones tan graves como una enfermedad. Cada persona es un mundo: también hay jóvenes que enferman.
El empresario Richard Branson, de 70 años de edad, se convirtió el domingo, 11 de julio de 2021, en el primer turista espacial en volar con su propia nave. Su compañía, Virgin Galactic, filial del Grupo que fundó en los años 70, cuando apenas era un veinteañero, completó con éxito un vuelo suborbital que alcanzó alrededor de 80 kilómetros de altura. No es una salida al espacio como tal, pues para ello hay que superar la llamada línea de Kármán, establecida en 100 kilómetros. Pero sí es ocho veces más de la altura habitual de los aviones, que vuelan a entre 10 y 12 kiómetros.
Que una persona de 70 años haya completado con éxito un vuelo de estas características no solo es un hito para la ingeniería, el emprendimiento (Branson comenzó su imperio con una revista para adolescentes y después con un sello discográfico) o el propio turismo espacial (la idea de Virgin Galactic es ofrecer sus billetes a razón de 250.000 dólares a cualquier persona interesada). También es un baño de realidad para una sociedad edadista que arrincona a los mayores. Un mundo que obliga a retirarse a los 65 años, edad que amplía por cuestiones puramente económicas, y no de ‘utilidad social’. Una sociedad para la que la edad que tengas define tus capacidades, mermadas de antemano por el mero hecho de cumplir años.
Por fortuna, cada vez son más las personas mayores que rompen barreras. Si Richard Branson, a sus 70 años, se ha adelantado por diez días al fundador de Amazon, que realizará un vuelo similar con su propia compañía de turismo espacial, Blue Origin, otros estadounidenses están demostrando que la edad no determina tu futuro. Donald Trump llegó a la Casa Blanca también con 70 años. Su sucesor, Joe Biden, lo ha hecho con 78, dos años más de los que tenía Jorge Mario Bergoglio cuando fue elegido Papa, en 2013.
Que estos ‘mayores’ sirvan de inspiración para quienes sienten la tentación de darse por vencidos, o amortizados, al alcanzar cierta edad, así como de aviso a ‘los jóvenes’ que piensan que las arrugas son incompatibles con el éxito: la edad no es más que un número, y no importa lo elevado o pequeño que sea.