La pandemia puso en boca de todos el concepto de telemedicina, la asistencia sanitaria a distancia a través de dispositivos móviles como smartphones, ordenadores o tabletas. Sin embargo, su utilidad no debe verse ligada a las restricciones derivadas de la pandemia. De hecho, la telemedicina ya existía antes de la irrupción del virus en nuestras vidas y, por supuesto, seguirá existiendo después (de hecho, reforzada).
Aunque un estudio de Cigna cifra en un 55 % el porcentaje de la población que aún no ha recurrido a servicios de telemedicina, lo cierto es que su utilidad es incuestionable. Y quienes se pueden beneficiar sobremanera de ello son las personas mayores o en situación de dependencia.
Algunas residencias de mayores o servicios de asistencia a domicilio han integrado servicios de telemedicina en sus paquetes y planes. Con ello pueden ofrecer asistencia sanitaria durante las 24 horas del día sin necesidad de contar físicamente con un médico en el centro, siempre que la legislación lo permita.
No se trata de ahorrar costes, sino de ofrecer un servicio más amplio: si bien en una residencia de mayores habrá un médico, en un centro de día o en el domicilio de los usuarios no lo hay, y la telemedicina permite acceder a uno en cuestión de minutos.
En paralelo, la telemedicina para personas mayores es un escudo protector en verano, época en la que pueden producirse caídas, infecciones de orina, indigestiones o problemas relacionados con el calor y la hidratación. En tal caso, saber que hay un médico a un clic de distancia se ha convertido en un factor de tranquilidad para los familiares y cuidadores de los mayores. “La telemedicina complementa a la perfección el sistema presencial de salud. Ciertos procesos, como la prescripción de medicamentos o el seguimiento de enfermedades crónicas, se han visto agilizados gracias al uso de la consulta online”, destaca Elena Luengo, Clinical & Medical Innovation Manager de Cigna España.
Gracias a la telemedicina, los mayores y sus familiares pueden cuidar mejor de su salud en verano, pero también en cualquier otra época del año. Porque esta forma de comunicarnos con el médico ha venido para quedarse, y su potencial se verá incrementado conforme evolucione tanto su penetración en la sociedad como las tecnologías que permitirán ofrecer un nuevo modelo proactivo que monitorice en tiempo real el estado de salud de las personas y actúe de forma automatizada para evitar males mayores.