Las pérdidas de memoria pueden deberse a muchos motivos diferentes, y además pueden ser temporales o crónicas/degenerativas. No es fácil distinguir un simple olvido de una sucesión de olvidos que evidencian algo más grave.
Por lo general, se asocian olvidos y despistes al Alzheimer. Pero no tiene por qué ser así, a pesar de que se sabe que casi 20 años antes de los primeros síntomas ya ha comenzado en el cerebro del paciente un proceso degenerativo prácticamente imperceptible en el día a día.
Expertos de Quirónsalud explican que los neurólogos, al evaluar a los pacientes, buscan evidencias de demencias y Alzheimer tratando de averiguar qué áreas del cerebro pueden estar alteradas. Porque la ciencia sabe que cada enfermedad afecta a diferentes capacidades, una de las formas de diferenciar demencias de Alzheimer.
Además, mediante pruebas diagnósticas se puede buscar la acumulación de proteínas Tau y de beta-amiloide, consideradas hasta ahora las causas del Alzheimer.
Se calcula que el 8 % de la población puede estar ya aquejada de Alzheimer en la década de los 70 años, cifra que casi se duplica, hasta el 15 %, a partir de los 80 años. Por eso, los expertos recomiendan que, ante casos de olvidos o despistes, si el paciente tiene edad avanzada, se acuda al médico para realizar una evaluación global que permita distinguir entre un deterioro normal o uno debido a una enfermedad subyacente.
Entre los síntomas de Alzheimer más habituales citan olvidos frecuentes (no puntuales), reiteración de preguntas sobre temas o conceptos sobre los que ya se ha preguntado recientemente, dificultades en el lenguaje, cambios de humor o de conducta o problemas para realizar actividades lúdicas o que se realizaban de forma habitual hasta entonces.
Los olvidos, la reiteración de preguntas y los trastornos en la memoria serían tres de los síntomas más evidentes. Pero, en caso de enfermedad avanzada, a ello podría unirse la desorientación.
Como no siempre es fácil detectar el Alzheimer a tiempo, los médicos recomiendan estar atentos al lenguaje: si el paciente no encuentra las palabras adecuadas para expresarse (de forma habitual, no puntual) o tiene problemas para planificar y resolver problemas, quizás haya que prestar mayor atención.
En definitiva, lo que recomiendan los expertos es analizar, sin caer en el pánico, el comportamiento de la persona, y hacerlo en el tiempo, de manera sutil en el día a día. Y, una vez se conocen estas señales de alerta, acudir a un médico lo antes posible para poder tratar a tiempo la enfermedad y contribuir a ralentizar su avance, mejorando con ello la calidad de vida de toda la familia.