“De sobra conocemos que el ser humano es social. Es una característica principal que nos define: nos satisface compartir con otras personas momentos de nuestra vida, participar en actividades conjuntas e interactuar cotidianamente”, explica Nadia Castelló, neuropsicóloga de Vitalia Alcalá de Henares, al destacar la importancia de socializar. Algo que, como es lógico, también aplica a las personas mayores. “Resulta común asociar la tercera edad con un gradual empobrecimiento de las relaciones sociales”, destaca la experta, quien, sin embargo, subraya que “las relaciones sociales son uno de los factores protectores para envejecer de una forma activa y saludable”.
Siempre se piensa que solo los jóvenes tienen que socializar, algo que se ha puesto de manifiesto durante la pandemia: la relajación de algunas medidas restrictivas se ha justificado en la necesidad de proteger la salud mental de los jóvenes, a los que, además, el contagio de COVID afecta, por lo general, de forma más leve. Sin embargo, en ningún momento se ha hecho hincapié en la necesidad de socializar de los mayores, a quienes se ha confinado mientras al resto de la población se permitía hacer ‘vida normal’.
Sin entrar en ese complejo debate, y ciñéndonos a la socialización de los mayores, está demostrado que proporciona numerosos beneficios. Entre ellos, la promoción de relaciones positivas si hay detrás una familia activa y cercana, ya que “ayudará a sobrellevar las posibles limitaciones y el dolor ante pérdidas, disminuyendo la percepción de angustia”, destaca la experta de Vitalia Alcalá de Henares.
Además, las actividades de socialización para personas mayores contribuyen a incrementar su apoyo social, lo que redunda en un mejor estado de salud físico y, sobre todo, mental, con “un mayor grado de satisfacción en su vida”, apunta la neuropsicóloga. Algo que redunda en el mantenimiento y fortalecimiento de amistades, personas con intereses afines con las que se pueden compartir experiencias y vivencias, tanto pasadas como presentes.
“La percepción de compañía y la disponibilidad de relaciones de amistad estrechas son el mejor predictor de felicidad y uno de los factores definitivos para una adaptación positiva al proceso de envejecimiento. El mantenimiento de las relaciones sociales ayuda a las personas a sentirse más competentes, valiosas y útiles, así como favorece la identidad y la autoestima, la felicidad y el bienestar personal”, subrayan desde Vitalia.