Quienes tengan o hayan tenido una mascota en algún momento de su vida sabrán de sobra los múltiples beneficios que tienen estos seres para nuestro bienestar físico y mental. Para el físico, porque la obligación de tener que pasear varias veces al día al perro supone una oportunidad para caminar todos los días, independientemente de la climatología o las ganas que tengamos. Y para el mental, porque la forma en que un perro o un gato nos dan cariño, nos reciben al volver a casa y nos hacen compañía difícilmente la pueden emular los humanos con esa intensidad.
Si nos centramos en personas mayores, un estudio de la Real Sociedad Canina de España (RSCE) recogido por la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC) revela que el 75 % de las personas mayores que conviven con una mascota ven cómo se reducen sus niveles de estrés y refieren mayor fortaleza física gracias a la actividad. Se calcula que el 32 % de las personas mayores en España conviven con una mascota, por lo que estos beneficios los estaría disfrutando una cantidad de personas nada desdeñable en nuestro país.
En España hay más de 9 millones de perros, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía. Es una cifra muy elevada, si se tiene en cuenta que también hay alrededor de 9 millones de personas mayores de 65 años. La simbiosis entre ambos tiene beneficios evidentes: más allá de la ya citada reducción del estrés, los perros, gatos y otras mascotas aportan, principalmente, compañía. Y eso, en una sociedad en la que la soledad no deseada hace estragos, supone un amortiguador para una situación que genera tristeza y sensación de aislamiento.
No es raro ver por las calles de cualquier ciudad a personas mayores que viven solas paseando a su perro, y tampoco es raro pensar que ambos se tienen el uno a otro, y probablemente no tengan a nadie más en la vida.
Las mascotas aportan compañía física y emocional, mejoran la salud física y mental y contribuyen a reducir el estrés y la ansiedad. Además, tener una mascota aporta beneficios cognitivos, mejorando la memoria y la atención de las personas mayores, ya que tienen que acordarse de dar de comer al animal, limpiarlo o pasearlo. Hace que los mayores tengan rutinas y tareas que atender, y lo hacen de forma diligente para cuidar a su compañero de vida. Esto contribuye a que se sientan más útiles, necesarios para alguien que depende de ellos y, por tanto, empoderados en una sociedad que tiende a despreciar y arrinconar a los mayores. Tener un perro reduce la depresión que causa una sociedad edadista, algo que, afortunadamente, los perros y los gatos no entienden lo que es.