El 40 % de las personas con Alzheimer o Deterioro Cognitivo Leve (DCL) no están diagnosticadas, lo que impide que sean tratadas y perjudica a su futura calidad de vida.
Cerca del 40 % de los afectados por Alzheimer o Deterioro Cognitivo Leve (DCL) no están diagnosticados. Es una de las conclusiones de las jornadas ‘El continuum de la Enfermedad de Alzheimer’, celebradas recientemente en Madrid por el Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela y Nutricia.
Los expertos reunidos en este foro destacaron que los primeros síntomas de Alzheimer y otras demencias pueden comenzar entre 15 y 20 años antes de las primeras evidencias en el día a día del paciente. Por lo general, se confunden muchos de estos síntomas con procesos naturales relacionados con el envejecimiento, lo que dificulta que tanto los familiares como los propios pacientes piensen que puede tratarse de un proceso neurodegenerativo.
Entre estos síntomas hay fallos del lenguaje o alteraciones leves de las rutinas del paciente, que pueden afectar tanto a su rendimiento laboral como actividades del día a día, entre ellas cocinar o manejar dinero.
Es necesario detectar pronto el Alzheimer para frenar su progresión
El problema de no abordar la patología en estas primeras fases es que se pierde la oportunidad de frenar el deterioro, algo que, en ocasiones, puede conseguirse con la adecuada combinación de medicación y rehabilitación o estimulación cognitiva. Cuando muchos pacientes tienen síntomas evidentes, y por tanto más avanzados, es cuando hacen la primera toma de contacto con un médico, momento en el que prácticamente no es posible frenar la progresión o se han producido daños importantes.
Los profesionales reunidos en estas jornadas subrayaron la importancia del diagnóstico precoz de las demencias, así como trabajar en la prevención del Alzheimer y de otras enfermedades. Algo que, continuaron, puede hacerse manteniendo hábitos de vida saludables centrados, en este caso, en la nutrición.
En este sentido, abogaron por una dieta que incluya ácidos grasos omega 3, vitaminas A, B, C, D y E, y fibra, entre otros nutrientes de especial importancia para la salud cognitiva. Con esta combinación de vida saludable y estar alerta a pequeños síntomas a los que a menudo no se da importancia, la calidad de vida de las personas con demencia se puede incrementar gracias a un diagnóstico temprano que permita un abordaje prematuro.