En el artículo anterior sobre las METAS, citamos otros tres pilares básicos para envejecer activo y saludable: LA ACTITUD MENTAL POSITIVA, es el segundo pilar. Como tenéis muy buena memoria, recordad que este es el título de uno de los libros de Napoleon Hil, famoso escritor norteamericano, cuya lectura os recomiendo. Lo podéis descargar, gratuito, de internet.
LA ACTITUD es la posición o disposición que adoptamos en cualquier momento y en cualquier circunstancia de nuestra vida. Para entenderlo mejor, vamos a fijarnos en dos personajes: Don POSITIVO y Don NEGATIVO. El primero es optimista, simpático, bien dispuesto; adopta, en todo momento, una ACTITUD POSITIVA. El segundo es pesimista, lo ve casi todo negro. Adopta una ACTITUD NEGATIVA. Ambos son amigos y mayores. Ya están jubilados.
Los dos van por la vida de forma diferente: Don POSITIVO mira a lo lejos y ve el azul del cielo, las montañas, el mar, la belleza del horizonte... Don NEGATIVO va por la vida mirando al suelo y encuentra basura, escombros, obstáculos insalvables.
Don POSITIVO y Don NEGATIVO han quedado en salir juntos, bien de mañana, a dar el paseo acostumbrado. Don POSITIVO se levanta, abre la ventana de su habitación y observa que está lloviendo y exclama: Fantástico, está lloviendo. Con lo que a mí me gusta pisar los charcos. Me pondré las botas para el agua y me lo pasaré bomba. Don NEGATIVO hace lo mismo, se levanta, descorre la cortina y observa que está lloviendo: Qué asco, está lloviendo. Tendré que coger el paraguas y me mojaré los pies. Porque he quedado con POSITIVO, si no, no saldría de casa, con lo bien que se está en casita.
Este ejemplo nos ilustra la forma de comportarse de muchas personas. Como decía en el artículo anterior, ser mayor no significa estar acabado. La actitud marca la diferencia a la hora de conseguir nuestras metas. La actitud positiva es la clave; es la brújula que orienta nuestra vida hacia el éxito personal, social y económico. La actitud nos hace ver la botella medio llena o medio vacía. La actitud positiva nos hace darle la vuelta a las situaciones complicadas, difíciles y embarazosas.
Si observamos a las personas que nos rodean, nos daremos cuenta de que entre ellas están Don POSITIVO Y Don NEGATIVO. Don Positivo nos gusta, nos encanta, nos atrae. En cambio, ¿a quién le gusta estar al lado de Don NEGATIVO?
Una meta grande y una actitud positiva, nos anima, nos hace sentirnos bien. Tengo que llevar a los nietos al colegio. Estupendo. Despés iré a dar un paseo por el parque y a hacer unos recados hasta la hora de comer. Fantástico... Esta es la actitud.
¿Qué pensará D. Negativo, que tiene una mañana parecida? Lo podemos imaginar. ¿Cómo se sentirán el uno y el otro ? Don POSITIVO, bien. Don NEGATIVO, mal.
Pongamos otro ejemplo: POSITIVO Y NEGATIVO tienen que pagar el recibo de la contribución. Veamos la actitud de cada uno:
POSITIVO: Mañana voy a pagar la contribución. Ya tengo el dinero preparado. Con este dinero contribuiré a la mejora de las pensiones, de las infrestructuras, de la educación, de la sanidad...
Y POSITIVO va animado a hacer el pago. Se siente bien.
Voy a dejar que imaginéis a NEGATIVO ante esa misma situación. Ante este artículo que estás leyendo, POSITIVO Y NEGATIVO pensarán y reaccionarán de forma distinta: Don positivo dirá, me gustan estas reflexiones. Don NEGATIVO dirá, vaya tontería que estoy leyendo.
La actitud positiva se puede convertir en un hábito trabajando en ella todos los días. Si nuestra actitud es negativa, podemos trabajar para convertirla en positiva. No vale decir, si es que yo soy una persona negativa... Es la actitud que adoptemos y las metas que nos marquemos, las que van a producir el cambio.
" La actitud es el pincel con el que la mente colorea nuestra vida, y somos nosotros quienes elegimos los colores" Adam Jackson
Somos nosotros los que podemos cambiar nuestra actitud. Las metas nos ayudan a mejorarla. Mejorar la actitud puede ser una de nuestras metas. Así como a nadar se aprende tirándose a la piscina, adoptar una buena actitud se puede conseguir practicando. No vale solo con decir voy a cambiar mi actitud o leer libros que traten del tema. Hay que practicar, saborear los resultados de esta práctica y los cambios operados.
Vamos a hacer unos ejercicios fáciles:
1º
Ponte delante de un espejo y observa tu cara. ¿Cómo te ves ? Puedes mejorar tu expresión. Cambia ese careto por una sonrisa, como cuando te hacen una foto. Quédate con la expresión que más te guste. Cada día al levantarte y al acostarte, repite este ejercicio. Te sentirás bien con tu cara sonriente.
2º
Ya has puesto una cara sonriente delante del espejo. Ahora desayunas y sales de casa. Como eres una persona positiva, miras de frente y a lo lejos. El cielo es azul y escuchas a los pájaros gorgojear. Te encuentras con un vecino que no te cae bien; le sonríes y, milagro, te ha sonreído abiertamente. Has empezado bien el día. Te subes al autobús, sonríes al conductor y te saluda con una sonrisa. Como la sonrisa es gratuíta, y no se agota, sigues sonriendo y sorpresa, sorpresa, todo el mundo te sonríe. Te sientes muy bien. Sigues sonriendo. Repíte este ejercicio todos los días.
3º
Registro. Cada día al acostarte anota en una hoja o en una libreta lo siguiente: en la parte izquierda, anota las veces que a lo largo del día has pensado de forma positiva. A la derecha las veces que has pensado de forma negativa. La primera vez te resultará raro y complicado pues es difícil llevar la cuenta. Al día siguiente ya vas más preparado y te resultará más fácil. Incluso puedes darte un pequeño premio por las veces que has pensado en positivo. Echa una moneda en una hucha por cada vez que has pensado en positivo. Hará que poco a poco vayas mejorando, y llenando la hucha.
José Pascual Martín
Director General del Instituto Pascal