Un diagnóstico que también golpea el bolsillo
La toxicidad financiera es un término cada vez más utilizado en oncología para referirse a las consecuencias económicas derivadas del cáncer. No se trata solo del coste de los medicamentos o las terapias: incluye también el transporte, la pérdida de ingresos, la reducción de jornada o la necesidad de adaptar el hogar. La AECC ha publicado un informe con datos reveladores sobre esta dimensión del cáncer que rara vez se aborda con la misma urgencia que el tratamiento clínico.
Costes que asume el paciente
Gastos directos, inesperados y continuos
A pesar de estar dentro del sistema público de salud, el 53,9% de las personas encuestadas asegura haber pagado más de 1.000 euros por su tratamiento oncológico. Estos gastos abarcan desde copagos farmacéuticos hasta consultas privadas para acelerar diagnósticos.
Pérdida de ingresos laborales
El cáncer afecta también al ámbito profesional. Un 40% de los pacientes pierde ingresos durante el proceso de tratamiento. Muchos deben reducir su jornada, pedir una baja prolongada o incluso abandonar su empleo. La precariedad económica se intensifica cuando el enfermo es el principal sustento familiar.
Hogares que deben transformarse
Hasta el 60% de los encuestados declara haber tenido que hacer modificaciones en el hogar debido a limitaciones físicas derivadas del tratamiento. Rampas, camas adaptadas o sillas especiales suponen una inversión adicional que no siempre está subvencionada.
La situación en cifras
A continuación, algunos de los datos más representativos del informe:
Indicador |
Porcentaje de pacientes afectados |
Gasto médico superior a 1.000 € |
53,9% |
Reducción o pérdida de ingresos laborales |
40% |
Coste por servicios supuestamente públicos |
30% |
Necesidad de adaptar el hogar |
60% |
Consecuencias emocionales del estrés económico
El informe también recoge que la presión financiera se traduce en problemas psicológicos: ansiedad, insomnio, baja autoestima y conflictos familiares. Un 45% de los pacientes manifiesta que la incertidumbre económica ha afectado negativamente su salud emocional y, en algunos casos, su adherencia al tratamiento.
Una realidad que no afecta por igual
El impacto económico del cáncer no es uniforme. Las mujeres, las personas mayores de 65 años, los desempleados y quienes viven solos reportan niveles más altos de toxicidad financiera. Los ingresos bajos agravan esta situación, haciendo que el cáncer no solo sea una amenaza médica, sino también social.
Propuestas para reducir la carga
Desde la AECC se plantean varias propuestas urgentes: agilizar el acceso a las ayudas económicas existentes, mejorar la información para pacientes sobre recursos disponibles, reforzar los servicios sociales hospitalarios y garantizar que todos los tratamientos, pruebas diagnósticas y servicios relacionados estén efectivamente cubiertos por el sistema público.
También se hace un llamado a los profesionales de la salud para que integren la evaluación del impacto económico como parte del abordaje integral del paciente. Preguntar cómo está la persona no solo debe referirse a su estado físico, sino también a su situación social y económica.
Hacia una atención más equitativa
El informe demuestra que no basta con tratar el cáncer desde una perspectiva biomédica. La atención debe contemplar también sus efectos sociales, económicos y psicológicos. Combatir la toxicidad financiera es tan urgente como desarrollar nuevos tratamientos. Solo así se podrá hablar de una atención oncológica verdaderamente integral y humanizada.
Referencias
Asociación Española Contra el Cáncer (2024). Informe de resultados: Toxicidad financiera. https://www.infocop.es/wp-content/uploads/2024/05/Informe-de-resultados-Toxicidad-financiera.pdf