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Entrevista con el director general de Edad Dorada

Sergio Mella: “Si los hospitales no hubieran estado saturados, no estaríamos hablando de la catástrofe que ha sido la pandemia en residencias”

Sergio Mella es director general de Edad Dorada, las residencias de mayores de Mensajeros de la Paz.
Sergio Mella es director general de Edad Dorada, las residencias de mayores de Mensajeros de la Paz.
lunes 05 de octubre de 2020, 23:02h

Edad Dorada es la marca que aglutina las residencias de mayores de Mensajeros de la Paz, la asociación fundada por el querido Padre Ángel. En sus centros se nota el modelo humano y cariñoso por el que han apostado. Aunque el virus también haya hecho estragos. Miran con esperanza a un futuro que el sector residencial trata de recomponer con su mejor herramienta: la pasión por cuidar de los mayores y dependientes para preservar su dignidad.

¿Qué es Edad Dorada?

Mensajeros de la Paz es una asociación fundada por el Padre Ángel hace 58 años. Viendo el envejecimiento de la población y la necesidad de que los mayores estuvieran acompañados en un sitio seguro y agradable, el Padre Ángel decidió crear Edad Dorada-Mensajeros de la Paz en los años 80 para dar respuesta a estas necesidades.

Ahora estamos confederados, con centros en España y en otros países. En cada lugar tiene su propia entidad jurídica porque son las Autonomías las que establecen la normativa en servicios sociales.

¿Cuántas residencias posee o gestiona Edad Dorada ahora mismo?

Más de 100. Algunas son en propiedad, otras las gestionamos a largo plazo mediante concesiones y otras son concursos.

Al ser una organización sin ánimo de lucro, no busca beneficio. ¿Es así?

Eso es. Tenemos plazas privadas, plazas concertadas con las Comunidades Autónomas o Ayuntamientos, y otras plazas de emergencia social. Atendemos a casi 100 personas sin hogar en residencias, algo que sufragamos con el dinero de las plazas privadas. Son personas que no podrían pagarse o una residencia o que no tienen derecho a solicitar una plaza concertada por no tener papeles, por ejemplo.

¿Son los precios de vuestras plazas privadas similares a los de mercado que pueden ofrecer otras empresas del sector residencial?

No, es un precio más bajo.

Dentro de esta estructura, usted gestiona Edad Dorada Madrid.

Sí, aunque desde Madrid también gestionamos seis residencias que no están ubicadas en la Comunidad. Ahora mismo gestionamos desde Edad Dorada Madrid 9 residencias y un centro de día, aunque algunas de las residencias también tienen centro de día asociado.

¿Cuál es el valor diferencial de Edad Dorada respecto a lo que ofrecen otras empresas del sector?

Nuestro modelo residencial está centrado en la persona. Además de ofrecer atención a las necesidades básicas diarias y terapéuticas, prestamos atención psicológica e intentamos potenciar la autonomía y el deseo de las personas. Además de la atención espiritual.

Nuestro usuario es el motor de este proceso de atención, dentro de las posibilidades. Buscamos atender a su estilo de vida y ser un poco flexibles en horarios, gustos personales, menús… Dentro de las posibilidades de una institución, porque en una residencia de cien personas no podemos tener cien maneras de actuar. Pero sí intentamos escucharlos y adaptarnos a lo que nos piden.

A nivel de personal, ¿se atiende a los usuarios por parte de congregaciones religiosas o es personal laico?

Mensajeros de la Paz está fundada por un sacerdote, pero es una entidad laica. Nosotros contratamos a laicos con la titulación que requiere el puesto.

Las residencias lo han pasado especialmente mal durante la primera ola de contagios de esta pandemia. Como profesional que lo ha vivido desde dentro, ¿qué sintió esas semanas tan duras?

Mucha impotencia porque, a pesar de que estábamos dando el 300 %, no llegábamos. La gente se seguía muriendo. Además de las víctimas, que hemos tenido como tantas otras entidades del sector, teníamos la sensación de estar haciendo todo, aislamiento y protección, y que aun así se seguían yendo. Era tristeza e impotencia.

Con el tiempo, aprendes a valorar lo bueno, como es la atención del personal, que se ha volcado en el cuidado de los mayores a nivel sanitario, espiritual o de acompañamiento cuando estaban en sus habitaciones.

¿Qué pudo fallar en el sector, más allá de que el virus nos sorprendió a todos?

Yo creo que nos pilló en fuera de juego. Nos atuvimos a los protocolos que se nos decían y teníamos EPIs y mascarillas que ya se utilizaban para enfermedades que habíamos sufrido hasta entonces, como puede ser un E. coli, o cuando tenías que aislar a un usuario. El problema es que de repente tenías que aislar a todos, y además intentabas comprar EPIs y no existían, o intentabas hacer derivaciones a los hospitales y, sobre todo en marzo, era imposible.

Nos faltó información y recursos, no solo en las residencias, sino también fuera de ellas. Porque si los hospitales no hubieran estado saturados, no estaríamos hablando de la catástrofe que ha sido esta pandemia dentro de las residencias.

¿Estamos mejor preparados para esta segunda ola y las que vengan?

Por lo menos ya no escasea el material sanitario, tenemos un estocaje de un mes en nuestras residencias. Y en la central tenemos un stock de material sanitario.

Se une a que el tratamiento que se usaba al principio ahora se ha demostrado que no funcionaba, y a que ahora sabemos mucho más del virus. Creo, por tanto, que no va a ser ni por asomo igual que en primavera.

Volvemos a Edad Dorada: ¿Qué planes de futuro tenéis?

Estamos a la expectativa, ya que oyes que va a cambiar el modelo de atención… Estamos viendo a ver qué pasa. Nuestros objetivos siguen siendo los mismos que antes de la pandemia: prestar atención digna y personalizada a todos nuestros usuarios. Y en eso seguimos trabajando.
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