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Una Navidad con futuro

Una Navidad con futuro
miércoles 23 de diciembre de 2020, 15:26h

En primer lugar, desde ‘Negocios y Gestión de la Dependencia’ queremos felicitar la Navidad a todos nuestros lectores, anunciantes, socios, colaboradores y al sector de la Dependencia en su conjunto.

Ha sido un año duro para toda la Humanidad. Y, especialmente, para las personas mayores. No nos gusta asociar constantemente el calificativo de ‘vulnerables’ a los mayores por el simple hecho de haber alcanzado una edad, pues sabemos de sobra que la vitalidad que desprenden todas las personas mayores a las que su salud se lo permite es incluso superior a la que puede tener cualquier joven, generalmente asociados a ‘fortaleza’, ‘prosperidad’ o ‘futuro’. Pero este 2020 ha sido especialmente duro con los mayores, a los que realmente ha convertido en los más vulnerables de una crisis que nos ha afectado a todos de una forma u otra. Una crisis que ha segado cerca de dos millones de vidas en todo el mundo en cuestión de meses, y a manos de lo que en un principio parecía ‘una simple gripe’ que afectaba a China.

Si hay una lección que tenemos que aprender, es que nunca podemos dar nada por sentado y que no debemos extraer conclusiones de antemano. Una de ellas, por ejemplo, la de asociar a los mayores con la vulnerabilidad. Pero otra es que la vida puede cambiar en un momento. ¿Quién le iba a decir a miles de personas, allá por febrero o marzo, que de un día para otro iban a tener que ser intubados en una UCI simplemente por haber ido a un restaurante, al gimnasio o a un centro comercial? ¿Quién nos iba a haber dicho hace unos meses que las mascarillas o el no poder juntarnos con nuestros seres queridos iban a ser la tónica de nuestro día a día?

Ahora que llega la Navidad, una época entrañable que celebramos junto a nuestros familiares y amigos, es más importante que nunca que seamos conscientes de la necesidad de proteger y protegerse. Tenemos que asumir que la ‘nueva normalidad’ no existe. Y que no la queremos: queremos la verdadera normalidad. Nuestras vidas de siempre. Y, para lograrlo, el camino más corto es el de la responsabilidad, independientemente de lo que nos gustaría hacer o de lo que hayamos hecho siempre.

Por eso, esta Navidad necesariamente tiene que ser diferente. No hay excusas para no cumplir las tres sencillas medidas que nos han pedido quienes realmente saben cómo frenar a este enemigo común: utilizar mascarilla en todo momento y lugar, mantener la distancia con otras personas (¡aunque sean nuestros familiares y amigos!) y extremar la higiene. Nunca ha sido tan aparentemente fácil evitar la muerte. Y no podemos permitirnos más muertes. No podemos permitirnos más sufrimiento. Es el momento de tomar una decisión: aunque sea nuestra cena favorita del año, ¿vale la pena perder a nuestros seres queridos por comer unos cuantos langostinos? ¿Es preferible que las próximas Navidades, que sin duda ya serán normales, queden empañadas por haber hecho las cosas mal este año?

El fin de la pandemia, aunque no lo podamos creer, está cada vez más cerca. Estamos ante el último esprint. Estamos recorriendo las últimas millas de este drama. Saldremos heridos, tocados. Pero también saldremos reforzados. Y, lo que es más importante: saldremos juntos. Pero solo si somos responsables ahora y en los meses venideros. Porque nadie está libre de nada -la propia pandemia nos lo ha enseñado-, pero eso no implica que tengamos que poner las cosas fáciles al virus.

Vale la pena cuidarse. Por nosotros. Por nuestros mayores. Por los que han perdido la vida a manos de un enemigo casi invisible. Y por cuantos trabajan sin descanso para que este 2020 solo sea una página más en la Historia. Una oscura, triste y gris. Pero una más.

Por muchas más páginas por escribir. Feliz Navidad y Feliz 2021.

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