En la España actual, coexisten realidades tan distintas que parecen sacadas de universos paralelos. Mientras un pensionista "disfruta" de sus 945 € mensuales tras una vida de trabajo, el autónomo malabarea con una pequeña empresa entre cuotas y nóminas que pagar. Y, por supuesto, está el diputado, debatiendo leyes con coche oficial, dietas y un sueldo que ya querría para sí la mayoría. Este artículo te invita a un recorrido, con un toque de sorna —y mucha verdad—, por las rutinas, los dilemas y el abismo salarial que separa a estos tres protagonistas de nuestra cotidianidad.
Mañana en tres mundos (o realidades)
El pensionista de los 945 € al mes
El despertador, si es que lo necesita a su edad, suena a las 8 de la mañana. Un café tan aguado como la situación económica de muchos y unas tostadas de pan del día anterior (o de hace dos, según el supermercado) componen un desayuno que a duras penas activa el cuerpo.
Rutina de supervivencia (y mucha paciencia) El paseo matutino por el parque se convierte en un improvisado foro social con la "élite" de jubilados de la zona, donde se debaten los precios del pimiento y, ocasionalmente, se comenta la última visita al banco de alimentos. Porque, claro, uno nunca sabe cuándo va a necesitar esa ayuda extra para llegar a fin de mes.
El autónomo con su pyme
A las 6:30 de la mañana, ya está dándole al "refresh" en el correo y revisando facturas pendientes. El primer café, que seguro es más fuerte que el del pensionista, viene acompañado de la gran incógnita del mes: ¿alcanzará para pagar las cuotas y las nóminas, o tocará decidir si prescinde de una para salvar la otra?
Desafíos diarios (la emoción de vivir al límite) Cada día es una nueva aventura en la toma de decisiones. ¿El recorte de gastos pasa por apagar la luz del almacén o, directamente, por retrasar el pago del alquiler? Total, el propietario ya entenderá que emprender en España es una gesta heroica.
El diputado con coche oficial
A las 9 de la mañana, mientras otros ya llevan horas batallando, él disfruta de un desayuno en la cafetería del Congreso. Cortesía de la Cámara, por supuesto. Tostadas, zumo natural y saludos protocolarios con otros "padres de la patria" que, como él, madrugan para... desayunar.
Ritos parlamentarios (o cómo justificar el madrugón) Un rápido repaso de los mensajes del grupo parlamentario —para no pisarse las declaraciones, ¡Dios nos libre!— y un segundo café, esta vez sí, antes de arrancar el pleno. ¿Qué toca hoy? Ah, sí, legislar sobre la vida de los otros dos.
Trabajo y tensiones financieras
Economías al milímetro (o cómo estirar el chicle)
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Pensionista: 13.230 € al año. Suficiente para cubrir la luz, las medicinas y, si la inflación lo permite, algún "capricho" en rebajas, como un calcetín desparejado.
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Autónomo: Ingresos variables (entre 30.000 y 50.000 €/año). Suena bien hasta que los gastos fijos, cual tren de mercancías, arrollan la cuenta bancaria. Un mal mes puede significar el fin de la aventura.
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Diputado: Salario público cercano a los 100.000 €/año. Y eso sin contar los "generosos" pluses por dietas, desplazamientos y otras lindezas que hacen que su nómina parezca más un fondo de inversión que un sueldo.
Sorpresas en la nómina (o la alegría del "riesgo compartido")
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El pensionista celebra cada día 24 del mes como si fuera Navidad. Y no es para menos, ¡es el día en que su banco no le mira con lástima!
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El autónomo, en cambio, ajusta su presupuesto tras recibir la factura de la luz con la cara descompuesta: "¿Mi oficina o mi casa? Creo que hoy teletrabajo desde el parque, gratis."
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El diputado... ¿impacto? ¿Qué es eso? "Gracias al riesgo compartido," —que en su caso significa que lo pagan los demás— "esto no afecta mi bolsillo. ¡Para eso está el contribuyente!"
Tarde de esfuerzos y satisfacciones (para algunos)
El jubilado (un merecido descanso, ¿o no?)
La tarde se resume en la reunión habitual en el banco del parque, una partida de dominó donde se discute sobre política y, si las fuerzas lo permiten, la lectura de la prensa en el quiosco, si es que no está ya todo el mundo leyendo las noticias en el móvil.
Pequeñas alegrías (que saben a gloria) Un chándal nuevo comprado en el mercadillo, que le durará otros diez años, y el placer de ver el sol ponerse sin las preocupaciones laborales. ¡Ah, la dulce libertad de la jubilación forzosa!
El emprendedor (la batalla continúa)
Atiende clientes mientras supervisa a sus dos empleados —el tesoro de su empresa— y pica algo frente al ordenador, porque el lujo de una comida tranquila es para otros.
Momentos de orgullo (que no pagan las facturas, pero alivian el alma) Cobrar una gran factura es como ver un oasis en el desierto. Retrasa el estrés unos días y alimenta esa esperanza, a veces quimérica, de alcanzar la estabilidad.
El legislador (el arte de hacer ver que se trabaja)
Participa en comisiones donde las cámaras enfocan para que parezca que se debate, vota leyes con el piloto automático y ofrece ruedas de prensa donde repite lo mismo que sus compañeros.
Ventajas del cargo (la buena vida a costa del erario) Viajes pagados, dietas que parecen premios, acceso a eventos VIP y la posibilidad de no gastar un euro de su bolsillo. Porque, como buen prócer, no va a ser él quien sufra la inflación.
Conexiones, contrastes y el café vespertino
Curiosamente, los tres coinciden en algo: el café. Ese combustible nacional que ayuda a enfrentar las preocupaciones. Aunque, claro, las preocupaciones de cada uno son... distintas.
Hablamos de tres tipos de "jubilación": la del pensionista, un descanso forzoso tras una vida de esfuerzo; la del autónomo, una transición interminable hasta la ansiada (y lejana) pensión; y la del diputado, una prolongación indefinida en el cargo, con todas las comodidades.
Un abismo salarial que va desde los 13.230 € hasta los 100.000 € anuales, con efectos directos en la calidad de vida, las oportunidades y la dignidad.
Referencias
Régimen económico y ayudas de los miembros de la Cámara
(Eres pensionista o autónomo, mejor no abras este enlace)