En apenas un mes arrancará el VIII Congreso Internacional de la Fundación Edad&Vida, que llega con la pandemia prácticamente controlada y la necesidad de replantear el sistema de atención a la dependencia para aplicar las duras enseñanzas aprendidas durante este periodo. También, para preparar el sistema a la entrada en la tercera edad de una generación muy numerosa y diferente: los babyboomers.
Los próximos 20 y 21 de octubre se celebrará la VIII edición del Congreso Internacional de Edad&Vida. ¿Cuál es la temática principal de este año?
Este año va a ser muy especial por muchas cosas. Por un lado, por el formato, porque cuando empezamos a trabajar en el Congreso, la situación no nos permitía optar por lo presencial y finalmente nos decidimos por un acto virtual que ya es complicado cambiar a estas alturas. Pero no va a ser un congreso de COVID. Tendrá presencia, como no puede ser de otra manera.
Al final nosotros, desde el nacimiento de la Fundación Edad&Vida, hemos luchado y hemos defendido la integración sanitaria, y la pandemia lo que ha puesto en evidencia es la falta de integración social-sanitaria, sobre todo en la primera ola, que nos cogió a todos fuera de juego y en especial a los servicios sociales y sanitarios, que se ve claramente que no estaban coordinados y que no se comunicaban entre ellos.
¿Qué veremos en la primera jornada del Congreso?
Vamos a echar la vista atrás, en el sentido de que vamos a hablar más de lo que ha pasado para empezar a introducir un poco de futuro. Contaremos con la colaboración de Adelina Comas, que es una científica española que ha hecho un gran estudio sobre cómo la pandemia ha afectado a los sistemas sanitarios y sociosanitarios de los principales países europeos. No será con ánimo de criticar ni de ponernos en evidencia, sino con el objetivo de ver dónde estamos y, a partir de aquí, empezar a trabajar.
De su mano conoceremos dos experiencias de dos países que, a pesar de que evidentemente han estado afectados por la COVID, no han tenido la misma repercusión que ha tenido en otros países como España, para ver qué hacen estos países diferente a nosotros y qué podemos aprender de ellos.
Luego contaremos con una conferencia del director general del Imserso, que intentará exponer cómo ve el futuro de los cuidados en España en los próximos años. Y creo que nadie mejor que él, que aparte de ser en estos momentos director general del Imserso, tiene una dilatada carrera en el mundo social y sanitario. Hablaremos del futuro de los cuidados, de cómo tiene que evolucionar el mundo de las residencias.
¿Y en la segunda jornada?
En el segundo día vamos a hablar de futuro y de la gran asignatura pendiente: la integración sanitaria y sociosanitaria. Las otras dos patas de las que vamos a hablar son la atención domiciliaria y el envejecimiento saludable, la parte de prevención. No puede ser que España sea uno de los países más longevos del mundo y que seamos de los que envejecemos peor. Estamos muy atrasados en prevención, así que contaremos con una mesa en la que pondremos en valor la atención domiciliaria, y luego cerraremos con una mesa de envejecimiento saludable para destacar que no solo hay que envejecer, sino que hay que envejecer con la mayor calidad de vida posible.
No hay duda de que el sector de atención a la dependencia ha sido duramente golpeado por la pandemia, pero parece que empieza a recuperarse gracias a que ahora, por ejemplo, las residencias son los lugares más seguros gracias a la vacunación. Por eso ahora toca hablar del cambio de modelo. ¿Cómo ven este debate desde la Fundación Edad&Vida?
Nosotros somos grandes defensores de la interacción sanitaria y sociosanitaria, no de ahora, sino desde hace mucho tiempo. Como he dicho antes, desde nuestros nuestros orígenes tenemos clarísimo que el futuro que se nos presenta es muy complicado, porque estamos ante la llegada de la generación del baby boom a las edades más maduras y de jubilación, y por tanto de vejez, por lo que la necesidad de cuidados con un sistema tanto sanitario como social que no está preparado en ninguno de los en los dos casos…
Además, este sistema se va a encontrar con un público completamente diferente, y permíteme que utilice la expresión ‘público’: con unos usuarios del sistema completamente diferentes a los que tenemos ahora. Te vas a encontrar con gente más formada, más empoderada, que querrá decir que no le van a servir según qué tipo de cosas y que quiere quedarse el máximo tiempo posible en su domicilio. Por lo tanto, nos lo tendremos que replantear todo.
Nosotros no decimos ni que no necesitemos residencias, ni que no queramos a residencias de una manera o de otra, o que todo tenga que ser atención domiciliaria, porque sería engañarnos. Pero sí intuimos que tendremos que apostar muy fuerte por la atención domiciliaria que se coordine muy bien con el sistema de salud o el sistema público.
Lo que nos da un poco de miedo de todo este replanteamiento del sistema es que sigamos mirándolocon ojos antiguos, por decirlo de alguna manera; que pensemos solo en uno de los recursos, como podrían ser las residencias, cuando en realidad el sistema lo es todo, y hay que ir a ver cómo coordinamos todos estos servicios y cómo somos capaces de reestructurar el sistema.
Parece que la apuesta va hacia más asistencia en domicilio en combinación con un nuevo modelo de cuidados de larga duración. ¿En qué papel quedarían entonces las residencias de mayores? ¿Están en una posición más o menos intermedia entre el corto plazo -asistencia a domicilio- y el largo plazo -cuidados de larga duración?
No, al contrario. Las residencias se adaptarán al sistema y a las necesidades de las personas sin darse cuenta. De hecho, ya lo han hecho: las residencias privadas están poniendo el foco, a la hora de captar clientes, en que tienen personal médico, enfermería, etc., por lo que las residencias están apostando claramente por ser centros en los que las personas puedan seguir desarrollando su proyecto de vida con el soporte de servicios médicos.
Respecto a la diferencia entre residencia y centro de cuidados de larga duración, creo que en el fondo no existe, porque las personas mayores elegirán vivir solos o acompañados. Si eligen vivir solos, seguirán en su domicilio. Si eligen vivir acompañados, buscarán alternativas que se están empezando a poner de moda, como apartamentos tutelados o con servicios, y cuando realmente la intensidad de los servicios que necesiten sea elevada, probablemente acudirán a centros donde puedan encontrar estos servicios, que se llamarán residencias, hospitales de larga duración o nos inventaremos un nombre si ninguno de los dos nombres nos gustan.
En cualquier caso, el itinerario vital de una persona es ese. Yo creo que son tres pasos que todo el mundo ve y que quizás no hemos verbalizado, pero que todo el mundo está trabajando en ello.
Además de estos grandes debates, el Congreso de Edad&Vida tendrá sesiones paralelas. ¿Qué temáticas se cubrirán este año?
Vamos a poner en valor aquellos aspectos más concretos que afectan al mundo de los mayores: hablaremos de vacunas, alimentación, cuidados paliativos, uso adecuado de medicamentos… Son sesiones más cortitas y ágiles, gracias al apoyo de instituciones privadas, que estarán más cerca del día a día de los profesionales del sector. Por la mañana, por tanto, hablaremos de estrategia y por la tarde intentaremos acercarla con aspectos más tácticos.
¿Cómo se puede inscribir un profesional al Congreso y qué coste tiene?
Este año, el Congreso de Edad&Vida tiene un coste muy reducido, 150 euros por los dos días, con importantes descuentos si eres estudiante o residente en Latinoamérica, y te daría acceso a todas las sesiones. Además, tiene la ventaja de que para quienes se hayan inscrito, estará abierto en diferido, tanto las ponencias principales como las paralelas, por lo que podrás volver a visionarlo durante seis meses. Finalmente, existe la posibilidad de obtener una inscripción gratuita si se presenta una comunicación oral, en formato póster, y es aceptada por el comité científico. Puede consultarse la normativa de las comunicaciones en la web del Congreso.