Castilla y León pondrá en marcha un servicio de neurorrehabilitación en toda la región, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio.
Castilla y León pondrá en marcha un servicio de neurorrehabilitación en la región. Estará enfocado a personas con daño cerebral adquirido (DCA) y se implementará tanto a nivel hospitalario como ambulatorio.
La Junta de Castilla y León ha abierto un concurso presupuestado en 31,3 millones de euros para buscar a empresas del sector de atención a la dependencia especializadas en neurorrehabilitación, con el objetivo de conceder este servicio. Tendrá una duración de tres años, prorrogable por otros tres, e incluirá cualquier tratamiento que permita mejorar la situación de los pacientes.
El objetivo del Gobierno regional es potenciar las capacidades físicas y cognitivas de los pacientes, así como atender sus necesidades básicas inmediatas, a través de programas dirigidos a la mejora de sus condiciones de salud tras el DCA. El plan también incluirá a los familiares, con el objetivo de formarlos desde el punto de vista terapéutico para que puedan colaborar con la recuperación del paciente.
Castilla y León saca a concurso 100 plazas de neurorrehabilitación
Por el momento, el plan de la Junta de Castilla y León contempla la creación de un centenar de plazas de neurorrehabilitación, de las cuales 60 se ubicarán en unidades de hospitalización y 41 en régimen ambulatorio. La dimensión del proyecto será bastante limitada, hasta el punto de que en León habrá seis plazas, cinco en Burgos, ocho en Salamanca o diez en Valladolid. En otras localidades las cifras de plazas serán inferiores.
No obstante, el objetivo de estas plazas es continuar con el tratamiento tras la hospitalización del paciente y una vez ha regresado a su hogar. Todo ello, con la intención de recuperar, en la medida de lo posible, la situación anterior del paciente. Máxime cuando el DCA, relacionado con enfermedades como el ictus o tumores, principalmente, es una de las causas de discapacidad con mayor crecimiento en España, en parte por el aumento de la esperanza de vida -con el consiguiente aumento de la prevalencia de determinadas enfermedades relacionadas con la edad- y un empeoramiento de los hábitos de vida, incluyendo la alimentación, el estrés, la contaminación, el consumo de tabaco y alcohol o la falta de actividad física habitual.