El Centro San Camilo es referencia en cuidados paliativos por su modelo humanizador, inclusivo y atento a las diferentes dimensiones de un momento tan sensible. Tras la reciente aprobación de la ley de eutanasia en España, hablamos con José Carlos Bermejo para analizar el impacto de esta legislación en el final de la vida y las alternativas existentes.
¿Qué es el Centro de Humanización de la Salud y cuáles son sus objetivos y servicios?
Junto con el Centro de mayores dependientes, Centro de Día, Servicio de atención a domicilio, Unidad de cuidados paliativos y Centro de escucha para la intervención en duelo, configura el Centro San Camilo, en Tres Cantos, Madrid. Se trata de un proyecto innovador en cuanto que despliega a la vez dos caras: cuidar y enseñar a cuidar.
En estos momentos, el empeño por humanizar la salud y el final de la vida y el duelo es muy patente y compartido universalmente. Se trata de promover una salud y un mundo de cuidados a la medida del ser humano, donde la tecnología ocupe su lugar, pero se tengan en cuenta todas las dimensiones de la persona: lo mental, lo emocional, lo relacional, lo espiritual, lo valórico.
¿Quién está detrás de este Centro y cómo y cuándo surgió? ¿Cómo se financia?
En 1991 los religiosos camilos creamos un servicio de promoción de la cultura humanizadora en el mundo de la salud y del sufrimiento humano. Las actividades que realiza en el campo de la formación se financian o por subvención o por pago directo del alumno. El servicio del Centro de Escucha para personas en duelo es financiado, y la actividad mayoritaria es ofrecida por voluntarios.
Aunque el Centro tiene varias ramas, destaca su apuesta por la humanización de los cuidados paliativos desde un punto de vista cristiano. ¿Cómo funciona?
El enfoque paliativo ante el sufrimiento humano es radicalmente humanizador. Se trata de aliviar el sufrimiento, particularmente al final de la vida, aunque no solo. Paciente y familia se convierten en aliados en una relación con profesionales y voluntarios, que busca vivir sacando jugo a la vida, sin acortarla y sin estirarla indebidamente, cuidando todas las dimensiones de la persona, con recursos farmacológicos, relacionales, espirituales. Los cuidados paliativos son la respuesta más amable de la humanidad ante el final, cuando este llega después de una enfermedad avanzada e incurable.
En este año de pandemia ha habido que despedir a miles de personas en situaciones realmente complicadas y de soledad. ¿Cómo ha ayudado el Centro San Camilo a atenuar el dolor de los enfermos y sus familiares?
Nos hemos adaptado a la necesidad de ayudar a los dolientes con medios de comunicación online, y hemos sido fieles al cuidado físico en nuestro Centro. Hemos generado recursos específicos, como oraciones de acción de gracias y rituales de exequias en audio. Los voluntarios han aprendido a ayudar por videollamada y, dentro de las normas, hemos buscado las mayores presencias posibles en los momentos finales y rituales; porque los ritos tienen un gran poder humanizador.
¿Cree que en España se presta la suficiente atención a los cuidados de larga duración y la etapa final de la vida?
Son insuficientes, y en parte están en un mundo de mercado que se ha de someter a la universalización y la debida coordinación entre lo social y lo sanitario. Así mismo, se ha de promover una formación específica en cuidados paliativos, tanto a nivel de cultura general como de los profesionales de la salud, como de especialidad médica y de enfermería.
En plena pandemia se ha aprobado la Ley de Eutanasia en España. ¿Qué opinan de esta nueva legislación? ¿Qué alternativa sería más adecuada?
Sin duda, el momento de aprobar esta Ley es una obscenidad. Estamos todos preocupados por cuidar a los frágiles. La Ley es el resultado de una hipertrofia de la autonomía individual, sin considerar que el ser humano es interdependiente y que la vida del individuo es también patrimonio colectivo. Considerar muerte natural al homicidio en contexto sanitario es una gran contradicción.
El gran riesgo, que no es un fantasma tras la experiencia de Holanda, es la cultura que genera, de seducción de la muerte para los débiles y de cambio radical del significado de la medicina. Urge una cultura del cuidado, así como unos cuidados paliativos suficientes; pero, en particular, urgen respuestas de cuidado a quienes se encuentran tan mal que no ven sentido a sus vidas.
El Centro San Camilo ha abierto recientemente en Cuenca un Centro de Escucha. ¿Qué es y cómo funciona?
Han nacido ya 35 Centros de Escucha en España, al amparo del modelo del creado en San Camilo. Entre ellos forman una red, pero son autónomos. Un convenio regula su relación. Son proyectos emprendidos por exalumnos del máster en counselling o del máster en intervención en duelo. Son respuestas muy hermosas ante un sufrimiento que puede ser aliviado con buen encuentro y diálogo de expertos en consuelo y motivación a la esperanza.
¿Qué otros proyectos tienen en mente lanzar a corto plazo?
Seguimos investigando y promoviendo nuevos temas para humanizar espacios, tales como la soledad, la dimensión espiritual del duelo, el duelo perinatal, el suicidio. Estamos proponiendo también un concepto de competencia profesional para incidir en la cultura de la atención en salud.
Queremos felicitarle por el premio Compromisos Solidarios 2021, que ha recibido recientemente. ¿Qué valoración hace de este galardón?
Agradezco el reconocimiento y, a la vez, me siento instado de nuevo a la fidelidad en el compromiso por humanizar, especialmente ahora, en tiempo de pandemia, y más aún cuando el final de la vida reclama respuestas a la medida del modo como morimos.