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Entrevista con el presidente de Lares Federación

Juan Vela: “El coronavirus ha sido el derrumbe emocional de una parte de la población”

Juan Vela es presidente de Lares / Imagen: Nius Diario.
Juan Vela es presidente de Lares / Imagen: Nius Diario.
lunes 25 de mayo de 2020, 22:00h

Representa a más de 1.000 centros para mayores, dependientes o personas en riesgo de exclusión social. También, a 35.000 profesionales que se han dejado la piel durante las durísimas semanas del pico de contagios de coronavirus en España. Se han sentido abandonados y culpabilizados. Ahora, solo piden ser responsables para no repetir errores.

¿Qué sensación ha tenido el sector de las residencias de mayores durante las semanas más duras de la crisis sanitaria?

El sector, y en concreto el no lucrativo, nos hemos sentido totalmente abandonados por parte de la Administración. Incluso hemos sentido como si hubiera sido culpa nuestra lo que pasaba.

Hubo polémica con las palabras de la ministra de Defensa.

Eso fue una de las muchas cosas. Hay muchos temas. Las residencias no son los que han propagado la enfermedad, eso es evidente. Ha sido fácil poner el foco en donde salía el humo. Pero, verdaderamente, es una pandemia. Y aunque haya gente que no lo recuerda, el primer problema ha sido la transmisión comunitaria sin tomar medidas de prevención. Así es imposible, y llevar la responsabilidad a las residencias es incoherente e incluso infantil.

Las palabras de la ministra son la guinda del pastel. Habla de muy poca capacidad de reflexión por parte de quien lo dice. El daño que se está haciendo a un sector gratuitamente solo se puede entender como mirar a otro lado y echar la culpa al otro. ‘Te dejo a ti el fuego encima y me voy corriendo’.

¿Recibieron las residencias de mayores de Lares algún tipo de alerta preventiva sobre la situación sanitaria que se estaba gestando en España?

No, nada. Solo cuando empezó a recibirlo toda la población. Pero algunos centros ya empezaron a tomar medidas reduciendo visitas de familiares o limitando visitas externas. Hay estudios que confirman que no hay relación entre centros afectados y el modelo del centro.

Vamos volviendo poco a poco a esa ‘nueva normalidad’, también entre temores a un posible rebrote. ¿Qué planes tiene Lares para evitar esos rebrotes?

Los centros tienen planes de contingencia. Antes no existían, igual que tampoco debía de tenerlos la Administración. Pero ahora hay planes y medidas, y la aspiración es que se mantengan en el tiempo. Hay medidas estructurales para facilitar zonas de aislamiento, por ejemplo. Incluso hay estructuras intermedias para dar respuesta a la epidemia o al próximo virus que vayamos a tener. Hemos aprendido muchas cosas.

¿Será suficiente? El tiempo lo dirá. Nos falta hacer la reflexión conjunta, necesitamos tiempo para poder analizar lo que deberíamos haber hecho y lo que se puede hacer y mejorar. Todavía es todo muy precipitado, pero no podemos relajarnos y no se va a poder olvidar tan pronto.

Lares gestiona un centro para contagiados de COVID-19. ¿Qué tipo de personas hay allí y qué hacéis con ellas?

Lares puso todo al servicio de las Administraciones, incluso antes de que las residencias quedasen bajo la estructura de Sanidad y los Servicios Sociales. Desde el primer momento nos pusimos a colaborar porque estas cosas solo se hacen con colaboración público-privada.

El Tercer Sector ha nacido con servicio de colaboración con los servicios públicos, no como sustitución. Las personas con COVID positivo no deberían estar en los centros. La sanitarización de los centros no es buena. Si vas a encender una hoguera, no lo harás en un pajar. Pero la Administración, diciendo que los positivos se quedasen en los centros residenciales, hizo precisamente eso: poner el fuego en el pajar. No tiene ningún sentido. La Administración no hizo caso a las recomendaciones que hicimos nosotros y otras organizaciones, pero se pidió que se llevasen al hospital o que se creasen centros específicos.

El Gobierno de Aragón nos propuso, a la congregación de franciscanos de Cruz Blanca, abrir un centro con estas características, un centro de emergencia COVID-19. No es un hospital, es para una fase de recuperación o para personas hospitalizadas que requerían atención médica, pero no de hospital. Así, evitamos que esas personas vayan a las residencias, lo que nos permite reducir la tensión en estos centros y ayuda a que los hospitales tengan más camas libres y puedan atender a más personas.

¿Todas las personas del centro COVID proceden de residencias?

Desde el principio, sí. Pero en la actualidad ya son personas que incluso estaban en sus casas y, aunque estén asintomáticas, están aisladas sin poder hacer nada y necesitan apoyo. Estamos buscando la forma de atender a las personas post-COVID, un problema que prevemos porque, una vez lo has superado, tiene una lenta recuperación después de días en una cama.

¿Hasta cuándo se mantendrá operativo este centro?

No hay fecha de cierre del centro. Seguramente se mantenga el proyecto hasta otoño, si se ve que se apacigua la cosa. Y si ha terminado, se quedará preparado por si acaso. Estará en disposición de ser utilizado durante todo este año.

Ya está todo el país en fase 1 y parte en fase 2. ¿Cómo debería ser el desconfinamiento para las personas mayores?

Desde Lares, y también es una opinión personal, pensamos que debe hacerse con suma prudencia porque es el colectivo más delicado y vulnerable. Pero no hablamos de que haya que aplicarles las medidas más duras a costa de sus libertades e incluso de su salud emocional.

Por un lado, hay que seguir manteniendo esa prevención, intentando reducir en lo posible el contagio; pero, al mismo tiempo, modulando esas medidas al terreno e intentando que su vida social y emocional vayan cuanto antes a la normalidad. Hay que combinar ambos hechos. La salud es mucho más integral y hay otros factores que están afectando a esa salud que queremos defender.

Las medidas tendrían que haberse tomado en el país en lugar de en las residencias. Tenemos que tomar medidas todos los ciudadanos para procurar que las personas mayores no tengan esta enfermedad. Tenemos que estar todos alerta y continuar con la prevención adecuada. No podemos mirar para otro lado. Esto no ha pasado todavía. El virus va a convivir con nosotros algún tiempo, sobre todo hasta que haya una vacuna.

Vamos a cuidar a los mayores, pero sin que tengan que asumir toda la responsabilidad, porque no se va a lograr: la transmisión comunitaria implica que todos somos portadores de la enfermedad, por eso llevamos mascarilla. Uno de los daños más grandes que estamos haciendo es el aislamiento social y la soledad no deseada. Porque es una población que ya antes de la pandemia sufría la soledad, unos 2,5 millones de personas viven solas, incluso hay personas que viven acompañadas y se sienten solas. Esto ha sido el derrumbe emocional de una importante parte de la población.
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