La SEGG acaba de clausurar su congreso online, donde se ha centrado en los cuidados de larga duración y los retos del sector asistencial tras la pandemia. Hablamos con su presidente para conocer las principales conclusiones y los próximos pasos a dar para mejorar el sector.
¿Qué destacaría del II Congreso Virtual de la SEGG que se acaba de celebrar?
El Congreso ha tenido más de 1.100 congresistas de 23 países y de tres continentes. Eso demuestra que hay un interés importante en la geriatría y la gerontología en estos momentos.
Además, los temas abordados son de terrible actualidad y muy al día, por lo que hay una enorme sensibilidad a la hora de poner sobre la mesa los últimos avances, como rehabilitación tras el coronavirus, salud mental o el nuevo modelo de cuidados de larga duración.
La pandemia ha impactado de lleno en el sector de los mayores, pero ¿ha servido para poner en valor el sector? ¿Lo ha agitado para demostrar sus carencias?
Con los terribles efectos que ha tenido, la pandemia ha venido a dar visibilidad al mundo de la geriatría y la gerontología y ha puesto sobre la mesa algunos de los problemas que tenemos en el desarrollo de servicios adecuados a la gente mayor, como que no tenemos servicios de geriatría en todos los hospitales generales. O la necesidad de mejorar mucho la financiación de las residencias de mayores para que puedan mejorar la ratio de personal y avanzar a un modelo de Atención Centrada en la Persona, así como mejorar la coordinación con los servicios de atención primaria, tanto en las residencias como en los servicios de geriatría hospitalaria.
¿Qué imagen ha salido del Congreso de cómo tienen que ser los cuidados post-pandemia?
Yo distinguiría dos grandes niveles de atención. Por un lado, el nivel de las personas mayores complejas, con mucha complejidad, que necesitan hospitalización porque tienen una enfermedad aguda, y donde hay que desarrollar servicios de geriatría que dispongan de unidades de agudos de geriatría y de unidades de recuperación funcional para poder rehabilitar a los mayores en todos los hospitales generales del país. Es una asignatura que tienen pendiente ahora algunas comunidades autónomas.
Por otro lado, en el ámbito de los cuidados de larga duración se ha puesto de manifiesto que incluye un amplio abanico de servicios, desde la atención domiciliaria, centros de día, pisos con servicio, etc. Hay que dar mayor presencia a la atención domiciliaria de lo que tenemos en estos momentos en el país. Y, desde luego, hay que cambiar el modelo de residencia de mayores hacia un modelo de Atención Centrada en la Persona.
¿Qué opina de la medicalización de las residencias de mayores?
Nosotros pensamos que las residencias no son sitios que haya que medicalizar, pero hay que dar la atención médica adecuada, que es cada vez más intensa.
Por lo tanto, creemos que hay que avanzar hacia la integración real de servicios sanitarios y sociales, con una mayor participación de los centros de atención primaria en el control de las enfermedades de estas personas de las residencias.
Dotar de suficientes recursos médicos, enfermeras, terapeutas, fisioterapeutas o trabajadores sociales a los centros de atención primaria, y que haya un acceso muy rápido a los especialistas en geriatría del hospital. No hay que olvidar que las personas que van a residencias de mayores tienen mucha enfermedad, de media siete enfermedades crónicas activas y que consumen una media de once fármacos diferentes.
Pero eso no significa convertir las residencias en hospitales. Eso sería un grave error. Nosotros entendemos que el Sistema Nacional de Salud tiene recursos suficientes, que habrá que reforzar seguro, para poder prestar esta atención.
Muchas empresas de residencias de mayores dicen que son lugares seguros, pero no ha habido ningún cambio, solo la vacunación. Con el coronavirus se ha demostrado que estábamos trabajando con ratios de personal muy por debajo de los idóneos. Y por eso estamos trabajando en residencias de mayores sin un verdadero modelo de Atención Centrada en la Persona, y sin coordinación con los servicios sanitarios de proximidad o los hospitalarios. No podemos obviar este tipo de debate, porque entonces habremos perdido una oportunidad de oro.
¿Falta autocrítica en el sector residencial?
Yo creo que falta autocrítica en estos momentos en el sector residencial y en el sector salud. Nos tenemos que parar todos, ver qué hemos hecho mal y cómo se soluciona. Yo no lo centraría en el sector residencial.
El Gobierno quiere reforzar la atención domiciliaria, y con la pandemia han proliferado y crecido empresas que ofrecen este servicio. Se presentan como alternativas a las residencias de mayores, aunque en ocasiones pueden ser un paso previo. ¿Se está compitiendo en lugar de colaborar?
Están mirando por su sector, pero con una visión cortoplacista. El Gobierno ha incrementado el presupuesto en 2021, pero a niveles de 2012, cuando se produjo el gran recorte. Es un primer paso, pero absolutamente insuficiente.
Pensemos que las regiones con menos atención domiciliaria, Navarra y Cataluña, se está dispensando una media de 20 minutos al día. Y en la que más, Andalucía, una hora al día. Los estándares europeos, y países como Dinamarca, tienen una media de 3 horas al día. Queda mucho camino por recorrer.
Por otra parte, todos los países tienen una previsión de incremento de tasas residenciales para asistir a la gente con mayor grado de dependencia, muchos de ellos con demencia, porque llega un momento en el cual es casi imposible mantenerlos en domicilio. Si puedes estar un año más en tu domicilio, mejor para todos. Y es verdad que hay personas con unas redes de cuidado informal que pueden estar durante todo el tiempo en su domicilio, aunque tengan mucha dependencia. Pero requiere eso, una fuerte de red de soporte no profesional, porque llega un momento en el que es imposible atender permanentemente, todo el día, a esa persona.
Como última pregunta: ¿Qué previsiones tienen para seguir organizando los Congresos de la SEGG?
Intentaremos volver al formato presencial el año que viene, que sería en Madrid. Y seguiremos analizando cómo avanza el modelo y las últimas terapias para el tratamiento de personas mayores. Y ahora nos interesan mucho los efectos post-coronavirus en personas mayores, que son descompensación de enfermedades crónicas, trastornos de comportamiento en personas con demencia y cómo la gente necesitará más rehabilitación, o la salud mental, con más depresión e insomnio que antes de la pandemia.